Sentarse a analizar el papel trascendental que jugo la sociología de las masas; se convierte en una tarea inaplazable en estos momentos.
Las implicaciones sociales y culturales fueron determinantes para la nueva elección del presidente de la Republica.
Este tipo de interpretaciones puso en riesgo el tan anhelado cambio que reclamaba el pueblo colombiano desde hace muchas décadas.
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La construcción de ciudadanías libres no es fácil, imperan otros fenómenos que socavan la legitimidad y actúan en contracorriente para “desmembrar” los pretendidos cambios que grita la sociedad.
Existe una fragilidad en la información que le llega a las gentes de la ruralidad colombiana, esto pone en plena evidencia la capacidad para el análisis de propuestas y sobre todo para distinguir las realizables de las irrealizables, por no decir las malas y las buenas.
En fin, la información que llega a las gentes a través de la radio, de las redes sociales y ahora últimamente de las iglesias cristianas va inyectada de un veneno mortífero que nubla el escudriñar de forma razonable y nos lleva a caer en lo absurdo.
No es fácil limpiar, separar, reciclar la información correcta de la incorrecta, estamos sobre dimensionados por los medios de comunicación dependiendo de las conveniencias lógicamente de ellos, olvidaron por completo el concepto de veracidad de la información.
Entonces, esto, trae, como consecuencia que lo razonable equipare ante lo emocional y vemos gentes votando por el que mejor haga Tik Tok.
Cuando Ortega y Gasset, describía en su libro “España Invertebrada”, hacía referencia precisamente al fracaso y alegría de la sociedad española, pero bien, en nuestro contexto se traduce en lo que prefiero llamar “ignorancia vacilante”.
Este concepto lo pretendo forjar como una inestabilidad emocional de los ciudadanos hacia lo que no necesita esfuerzo cerebral, de vago raciocinio, esto tiene una consecuencia accesoria y, es un fenómeno de masas contra ejemplo que deriva en una “ignorancia democrática”, por tanto, se vota no por convicciones sino emociones desencadenadas por la ignorancia.
Lo peor del asunto radica que muchos políticos si saben cómo estimular este tipo de corriente psicológica de las gentes, para hacerse del alma y cuerpo del electorado, entonces se escucha que los ciudadanos salieron alebrestados a votar, aunque eso signifique como decía Nietzsche el “abismo me llama”.