El amor, compromiso y devoción por su pueblo y sus tierras era lo que hacía que un rey o reina luchara e incluso muriera por su reino. Es que la riqueza de un país no se mide en la cantidad de dinero que posee sino en la calidad de vida de sus habitantes. Esto es algo que a Colombia le ha costado entender a lo largo de su historia y que por conflictos de “hombría” ha descuidado a su pueblo, dejándolo a su merced y cada vez más en la ruina.
A los gobernantes les conviene la ignorancia del pueblo para tenerlos subyugados y no se revelen ante las injusticias y robos que ocurren en el poder. La ignorancia es fundamental para el gobierno de un país donde reina la corrupción y no hay un verdadero interés por el pueblo, sino por el lucro de sus gobernantes.
La ignorancia pasa a ser un arma clave, puesto que un pueblo inculto es capaz de aceptar y dar por sentado todo lo que los “instruidos e ilustrados” le impongan. Un pueblo ignorante es un pueblo cegado ante la realidad e incapaz de levantarse ante la autoridad.