La “idiosincrasia” drogadicta colombiana no se va a enganchar con el fentanilo

La “idiosincrasia” drogadicta colombiana no se va a enganchar con el fentanilo

¿Hablamos entonces de pandemias silenciosas, esas que casi nadie quiere ver en nuestro suelo y existen hace muchos años? Es la del basuco o base de coca...

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octubre 31, 2023
La “idiosincrasia” drogadicta colombiana no se va a enganchar con el fentanilo

Este país nunca ha sido, con excepción del trago, muy adepto a los depresores del sistema nervioso, claro, hay problemas con heroinómanos(as) en el eje cafetero y Cali, pero el opioide llegó hace décadas, según un informe de MinJusticia de 2010, “Colombia no ha sido tradicionalmente un país con un problema epidemiológicamente relevante en lo que a consumo de heroína y de opiáceos se refiere; fue solamente en la década de 1990 que empezaron a presentarse casos aislados de consumo de heroína, frecuentemente asociados a ciudadanos extranjeros o a colombianos que habían residido recientemente en esos países” y hoy día 30 años después no estamos viendo el corredor verde de la séptima lleno de junkies somnolientos como nos quieren hacer ver los medios hasta la saciedad porque consiguieron nuevo juguete mediático para infundirnos terror: el fentanilo (suenan carcajadas macabras de Halloween y la música de la película Tiburón de fondo).

El fentanilo en Colombia tiene un contexto farmacéutico de hace 10 años aprox., se usa para anestesia en procesos posquirúrgicos y en el medio junkie se conocía como el reemplazo de la Heroína cuando esta escaseaba (se desviaban algunas ampolletas al mercado negro) así que no es nueva como nos lo quieren hacer ver, acá no hay una cultura de los analgésicos y/o de los opioides recetados y fabricados por una empresa farmacéutica como si la hay en EEUU, ¿está claro precandidato-fiscal general Francisco Barbosa? No venga a hacer show en rueda de prensa porque incautaron 20 ampolletas, no nos trate de montañeros por favor.

El problema radica en que como no hay regulación en las drogas ni blandas ni duras, la nueva droga de moda (bueno, apareció desde el 2012) es el Tusi, que es un revuelto de depresores y estimulantes del sistema nervioso según “el toque secreto” de un fabricante que sin el menor escrúpulo en una cocina antihigiénica en un apartamento de cualquier conjunto residencial de Medellín o Bogotá produce ese polvo rosado y entonces en esa receta casera cabe de todo: Ketamina, MDMA, Cafeína y como no, Fentanilo, y dependiendo de la cantidad de cada ingrediente, y del metabolismo del usuario pues llegan las sobredosis.

Veámoslo de esta manera, ¿Cuál promotor de fiestas permitiría que un jíbaro venda fentanilo en una fiesta y querría ver a los asistentes doblados sobre su eje y prácticamente dormidos sin consumir alcohol, y peor aún, que alguien se sobredosee, y lleguen paramédicos, la policía y la prensa?

No es negocio, la idea es que se “embalen”, bailen, brinquen y consuman trago en cantidades industriales y Colombia en su mayoría es un país de consumidores sociales, muy pocos son solitarios, es decir, de encerrarse a consumir en una habitación lo que sea como si no hubiera un mañana.

¿Hablamos entonces de pandemias silenciosas, esas que casi nadie quiere ver en nuestro suelo y existen hace muchos años?

Es la del basuco o base de coca (potente estimulador del sistema nervioso), ya en la revista Semana de Marzo del 86 hay algunos registros donde cuentan como en los estratos altos empezaron con el consumo de esta sustancia en casonas en el norte de Bogotá. “Empresarios y la alcurnia Bogotana se fumaron patrimonios enteros en cuestión de meses (fincas, carros, apartamentos etc) pero al parecer se dieron cuenta del daño que producía y entraron a lujosos centros de Rehabilitación”

Es entonces que por su económico precio el basuco fue acogido de inmediato por los estratos bajos y ahí fue Troya. Se apropiaron de barrios enteros como el cartucho y el Bronx para su consumo y distribución, el resultado: Familias devastadas, matrimonios arruinados y vidas enteras convertidas en humo, y claro, no había opción de rehabilitación y en los pocos lugares que fueron apareciendo para ese fin hay abundantes testimonios de tortura física y Psicológica, las llamadas “comunidades terapéuticas” una tragedia por donde se le mire.

Pero no, los medios nos quieren aterrorizar con imágenes de calles en San Francisco llenas de zombies, con un problema que sucede a miles de kilómetros y que nos es ajeno ¿quieren entonces imágenes de calles llenas de gente llevada del putas? Vayan al Sanber o a María Paz en Bogotá, o el calvario en Medellín, llevan años ahí y es una pandemia, o porque no son niños bien atiborrados de Tusi que pagaron a 100 mil el gramo sino gente humilde que pagaron 10 mil por una papeleta de basuco no vale la pena mostrarlos en el noticiero de las 7 pm?¿El fiscal no está enterado? Y entonces cabe la pregunta: ¿Hay consumidores de primera y segunda clase? Parece que sí. 

¿Y la gente de Echele cabeza que ha hecho para contrarrestar esta campaña mediática de terror y verdades a medias? Pues remar a contracorriente en semejante río crecido montados en una chalupa, no tienen el musculo financiero ni el de impacto suficiente para informar lo suficiente Versus la tormenta creada por instituciones como la fiscalía y los medios tradicionales, pero ahí van con sus campañas didácticas en redes, llenos de buenas intenciones. Algo es Algo.

Para terminar una advertencia amigable: Amigo(a) borrachín no de papaya tomando trago en la calle y durmiéndose por la beodez en un andén cualquiera, vea que podría salir en un grupo de Whatsapp o en un noticiero con un aviso diciendo “otra víctima del Fentanilo”,  porque son capaces de borrarle digitalmente la botella vacía y agregarle por ese mismo medio una jeringa pegada al brazo,  no creo que lleguen a ese extremo, o si?

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