El presidente Gustavo Petro expresó regocijo, como consecuencia de la incautación de 1.288 kilos de marihuana y 24,8 kilos de cocaína, en una operación en la que se contó con la colaboración de las autoridades de los Estados Unidos y que reportó, además, la captura de tres costarricenses y un nicaragüense. La acción, de acuerdo con el comandante de la Fuerza Naval del Caribe, tuvo lugar el 25 de diciembre, a 66 millas náuticas de la población de Santa Verónica, que hace parte del departamento del Atlántico.
Aparte de un bote de guardacostas, en la operación tomaron parte unidades del Grupo Aeronaval del Caribe, la Fuerza Aeroespacial Colombiana y una plataforma aérea de los Estados Unidos. El material y los capturados en flagrancia fueron trasladados a la ciudad de Cartagena y puestos a disposición del CTI de la Fiscalía. Según fuentes gubernamentales este año han sido incautadas 697 toneladas de cocaína, más que durante el último año de la administración Duque, y muchísimas más que durante el primer año de la misma.
Tal y como lo expresó Petro en su cuenta de X: “La política de seguridad del gobierno se basará cada vez más en la inteligencia. Todas las armas están llenando en este momento el faltante de miles de hombres y mujeres en la formación y actividad de inteligencia hasta los aspectos más complejos. El objetivo es desactivar las economías ilícitas y las organizaciones armadas que sostienen”. En un discurso de 27 minutos, el presidente había expuesto su política en la reciente graduación de altos oficiales de todas las fuerzas, el 15 de diciembre.
De sus palabras en ese acto solemne, cumplido en la Escuela Militar de cadetes José María Córdoba, se desprende, efectivamente, una nueva visión acerca de las responsabilidades de la fuerza pública y el modo de ejercerlas, algo que desconocen abiertamente los políticos y la prensa de oposición, empeñados en sostener, de manera irresponsable, que el gobierno actual ha debilitado y atado las manos de los hombres y mujeres de nuestra fuerza armada. Nada más perversamente lejos de la verdad.
En el presupuesto de 2024 se incluyó una partida que permitirá que 16.000 colombianos se conviertan en soldados profesionales solo en ese año, cifra que crecerá en los siguientes, permitiendo con esa profesionalización que el Ejército sea mucho más eficaz y moderno. Ese profesionalismo, a su vez, ha de garantizar un mayor control territorial. Paralelamente, se incrementará de manera sustancial el número de especialistas en inteligencia en todas las fuerzas, para garantizar el acierto y la contundencia exentos de errores.
Las armas, en adelante, deben estar conducidas por el cerebro, preparado en todas las esferas, incluida la inteligencia artificial. Enfocándose en el tema de las drogas, el presidente hizo hincapié en que la inteligencia debe dirigirse hacia la determinación de los expendedores, microtraficantes, grandes narcotraficantes y capos, para que la policía pueda golpearlos y anularlos, en lugar de estar ocupada en esculcarle el bolso a los jóvenes en los parques, con el propósito de imponerles multas por el porte de dosis personales.
El enemigo real a ubicar por la inteligencia es el capo
Por eso el grado que se ha alcanzado en las incautaciones de drogas. Expuso Petro cómo el mercado de la cocaína pasa hoy por cambios importantes. Se hallan laboratorios en Holanda, España, Francia y Albania, al tiempo que se abren rutas de tráfico por China. Eso debe estudiarlo muy bien la inteligencia. Porque existe por primera vez la opción real de que Colombia quede al margen de ese negocio, liberándose de todas sus lacras, entre ellas la violencia criminal. El enemigo real a ubicar por la inteligencia es el capo.
El poseedor del dinero y las armas, el mismo que está definiendo sobre la vida y la muerte en diversos territorios del país. Al campesino productor y al joven consumidor hay que plantearle otras salidas. El capo corrompe los políticos, las instituciones y las autoridades que se ponen a su servicio. El dinero sucio de la droga se lava con el contrabando por puertos y aduanas. La inteligencia policial debe apuntar a eso, al igual que a la extorsión desde las cárceles. A incorporar tecnologías que desestimulen el hurto de celulares.
El conflicto armado de hoy día no es el de antaño. Los grupos alzados en armas responden cada vez más a dinámicas delincuenciales ligadas al tráfico de drogas en manos de mafias internacionales. Lo que obliga a comprender el cese al fuego con ellos de otra manera. No es lo más relevante en los diálogos. El reto de la paz consiste en poner fin a la ilegalidad en los territorios y es eso lo que debe ponerse en discusión con los grupos armados, que dejen de hacerle daño a la sociedad. Hay que entender de otra manera la llamada paz total.
Son demasiado importantes todos esos temas, no pueden tomarse a la ligera.