Colombia, un país donde prima el ¿Usted no sabe quién soy yo? o “si usted no tiene una buena palanca será muy difícil conseguir un buen trabajo”, ha venido en auge a la hora de buscar un buen empleo. Y es que “las palancas”, el apodo popular a personas que tienen cierto grado de influencia en algún sector específico de una empresa, se ha vuelto la llave correcta para abrir la puerta hacia múltiples oportunidades en un mundo laboral competitivo. Una competencia en donde terminan ganando los que realmente tengan esa famosa y anhelada “palanca”.
Lo anterior se da sin poner a prueba el conocimiento, habilidades o capacidades de cada individuo; más aún, las personas humildes, dedicadas y sacrificadas por conseguir una oportunidad para demostrar lo que realmente pueden dar, son las primeras que siente la espalda fría dura y sin salida. Individuos jóvenes o viejos, que su día a día se divide en diez horas trabajando, cinco estudiando en diferentes institutos o universidades y otras cuatro realizando trabajos educativos, son las menos tenidas en cuenta y las que en poco tiempo terminan manejando un taxi (sin desmeritar el gran trabajo que hacen los taxistas) o regalándose por simples $ 600.000 o menos, ya que el puesto que realmente se merecen, está ocupado por habitantes de esa gran burbuja catalogada “ayuditis aguda”.
Lo más inaudito se da cuando personas que fueron creciendo en algún medio laboral sumergidos en esa gran burbuja, son la barrera activa de la destrucción de ilusiones y sacrificios, que le crean a la persona un sentimiento que se aloja en la garganta y produce esa sensación de impotencia y humillación, esta última que se refleja al momento de escuchar frases tan paupérrimas como “usted está acá para traerme un papel, más no para dejar su hoja de vida”. Lo anterior deriva una pregunta viral en la mente de cada individuo; ¿necesito ser el hijo de algún congresista o persona reconocida en el país para obtener un buen trabajo?, ya que la competencia leal y legal que muestran las páginas de empleo o las diferentes ofertas laborales tan solo se quedan en el aíre o en un simple papel.
Para finalizar hay que recordar, que algunas personas en cualquier parte de Colombia están a la espera de esa oportunidad, personas que pueden tener el potencial de mejorar una empresa, de posicionarla en la cúpula del mercado o en tener la capacidad para trasformar procesos que cautiven más a una audiencia. Personas que no tienen “una buena palanca”, pero sí tendrán la capacidad y las ganas de estar donde siempre sueñan llegar y por lo que se “rompen el lomo” en la academia para alcanzar.