Lo más bello de las empresas colombianas de comida es que en su mayoría nacen en una familia que crea sabores para alegrar sus momentos y luego terminan compartiendo ese amor con sus productos volviéndose exitosos. Así fue como en 1962 en Zipaquirá, la mamá de la familia Cabera doña Asceneth utilizaba la mejor fruta que tenía y otros ingredientes para hacer helados a sus hijos y conocidos. Así fue como nacieron los famosos helados San Jerónimo que toda Colombia ama.
El nacimiento de helados San Jerónimo
El éxito de los helados que hacían para sus seres queridos los hizo pensar en crear una empresa con ese producto. Fue así como en 1965 Gustavo Cabrera, el padre de la familia, compró un predio en el kilómetro 28 en la vía que conduce de Bogotá a Cajicá. Allí comenzó a vender al lado de sus cinco hijos los famosos helados cuadrados y otros alimentos.
Sin duda una de las cosas que los hizo tan exitosos fue que ofrecían lo que en ese momento poco se conseguía, helados de pura fruta, además, no tenían ningún químico, aditivo o suavizante. Lo que a día de hoy sigue siendo su fuerte. Pero la historia no es así de fácil como se pinta, los inicios para esta familia no fueron nada fáciles.
Cuando llevaban cinco años con su empresa establecida, adquirieron muchas deudas para poder tenerla en pie, lo que incrementa la posibilidad de un sobregiro. Pero sin duda fue el optimismo de doña Asceneth lo que hizo que saliera a flote, pues según su hija Pilar Cabrera ella creía que algún día los clientes harían fila para consumir sus productos y así fue con el paso de los años, casi como si esa luchadora madre de familia hubiese sellado el destino de su empresa. Incluso, en 1992 este negocio ganó el trofeo internacional a la calidad en alimentos y bebidas, otorgado por Barcelona, España.
El toque de la familia
Una de las características que hace que estos helados sean un clásico es que las recetas típicas se mantienen intactas, no han sido alteradas porque la familia Cabrera Baquero se ha mantenido como propietaria del negocio y es muy estricta con que los sabores se mantengan fieles a la receta de su madre.
El logo además, nació nada más y nada menos de que un hombre llamado Álvaro Páez vio a don Gustavo Cabrera en pijama y pantuflas y así creó al famoso santo que pica el ojo. Una imagen que hace que la marca sea reconocida a leguas, aparte de su curiosa forma cuadrada.
Por otro lado, su variedad de sabores es impresionante: Arequipe, Café, Lulo, Chocolate, Coco, Curuba, Feijoa, Fresa, Frutos Rojos, Guanábana, Limón, Maracuyá, Mora y Vainilla a $7.500 pesos. Aunque en su restaurante ubicado en Cajicá venden desayunos, postres, panadería, entre otras cosas. La dirección exacta es la Carrera 5 # 5 – 64 sur, kilómetro 28 vía Bogotá – Cajicá.
En la actualidad la marca sigue siendo una de las más importantes del país y si le pregunta a cualquiera por un helado clásico colombianao sin duda San Jerónimo sale a relucir. Una empresa que nace del seno de un hogar, con esfuerzo y con recetas llenas de amor que se convierten en icono del país demostrando una vez más que las familias que crean empresa son más fuertes, así como su actual gerente don Gustavo Jesús Cabrera, que con orgullo lidera ese legado.
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