Lo mejor que le ha podido pasar a la economía es encontrarse por fin con la psicología.
La combinación de estas dos áreas humaniza una ciencia que aún, a pesar de los agrandes avances y los aportes que ha traído al progreso de nuestros países, no puede explicar la irracionalidad de algunas decisiones que toman los seres humanos en contra de su propio bienestar.
Por eso celebro la entrega del Premio Nobel de Economía al profesor de la Universidad de Chicago Richard Thaler quien ha sido pionero en los estudios de los efectos de los procesos mentales, las sensaciones, las percepciones y el comportamiento del ser humano en las decisiones económicas.
El premio no solo reconoce el importante trabajo de Thaler cuyo fin ha sido reconocer los trucos de la economía y ayudar a que los seres humanos tomemos decisiones acertadas y conscientes en esta área, sino que valida la humanidad de una ciencia que por años se concentró solamente en el estudio de los recursos, la creación de riqueza y la producción, distribución y consumo de bienes y servicios, para satisfacer las necesidades.
Y aunque Thaler lleva mucho tiempo trabajando en estas áreas, conocí la mixtura de estas dos ciencias a través de Dan Ariely, un investigador del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) dedicado a estudiar lo que se conoce en inglés como Behavioral Economics, en español conocida como la Economía del Comportamiento.
Ariely lleva varios años haciendo experimentos para demostrar que a pesar de que muchos entendemos lo que nos conviene a nivel económico, por lo general tomamos decisiones completamente erradas e irracionales a la hora de gastar, comprar o ahorrar. Hacemos simplificaciones financieras mezclando nuestras emociones, y sin darnos cuenta afectamos de manera radical nuestros ahorros y presupuestos.
Tanto Ariely como Thaler han insistido en que los seres humanos
somos más irracionales que lógicos
a la hora de tomar decisiones económicas
Tanto Ariely como Thaler han insistido en los seres humanos somos más irracionales que lógicos a la hora de tomar decisiones económicas porque nos dejamos influir por trucos que afectan nuestra percepción de lo que son ganancias o pérdidas. Nos dejamos llevar por sentimientos y emociones casi que instintivas y difíciles de explicar cuando se ven desde la frialdad de la razón.
Thaler, además y como lo dijo el diario El País en días pasados, asegura que nuestras decisiones también se ven influenciadas por el valor que le damos a lo que es o no justo, arriesgándonos en varias ocasiones a perder en especial cuando eso significa que otros que actúan inconsecuentemente pueden ser castigados por su conducta.
Es posible que algunos vean en este premio un ablandamiento perjudicial para una ciencia que busca la exactitud y el control.
Pero otros como yo, encuentran fascinante que en esta época de la tecnología, la inteligencia artificial y la fascinación por los robots se honre, con un galardón tan importante como el Premio Nobel, la imperiosa necesidad de anticipar la irracionalidad humana como parte de la fórmula del éxito.
Pensar primero en nuestras imperfecciones para tomar mejores decisiones y guiar nuestro comportamiento es sin duda mucho más racional que creernos calculadores y perfectos.
Richard Thaler, premio Nobel de Economía, 2017