La situación actual que enfrentan todas las sociedades a raíz del virus SARS covid-19 es una cuerda floja que da pie a cuestionar las dinámicas que hasta el momento se venían llevando; sin duda alguna me atrevo a decir que pone en la mira a todos los estamentos gubernamentales y a la sociedad en si misma, haciéndose cada vez más evidentes los problemas infraestructurales, de distribución del poder, manejo de recursos, desigualdad, inequidad y educación.
Es triste pensar que lo más impresionante de esta pandemia no es en sí mismo lo ocasionado por el virus sino la humanidad despojada de la máscara ética y moral; con esto no quiero decir que no podamos ser humanos, me refiero más bien al hecho de que históricamente el miedo logra reflejar lo que en esencia somos, una especie que se deja llevar mucho más por sus instintos de supervivencia que en sí mismo por la razón. Aunque esto daría para todo un apartado, la poca educación frente al manejo de las emociones y el trabajo colectivo ha hecho que como sociedad la capacidad de pensar bajo el raciocinio se vea fuertemente afectada y esto se ve reflejado en las actitudes individualistas y poco empáticas tanto de ciudadanos como de gobernantes. Algunas situaciones que ilustran a la perfección a lo que hago referencia son las actitudes acaparadoras que desembocaron en peleas “el que pudiera tener más en su poder” dentro de los supermercados, la violencia física, psicológica y la segregación social que están experimentando aquellas personas prestadoras de servicios de la salud, el descarado acto de corrupción y robo de los fondos de subsidios y ayudas del gobierno por parte de la oligarquía colombiana, entre muchos otros acontecimientos que claramente desvelan la cara de la humanidad que nadie quiere ver.
Mientras muchos estamos en casa con los suficientes recursos para no tener que pasar necesidades, hay una cantidad enorme de personas que en este momento están aguantando hambre, frío y muriendo invisibilizados en una sociedad que le da la espalda a quienes más necesitan que le extiendan una mano, con un sistema que durante muchos años se ha encargado de normalizar la corrupción, la violencia, la desigualdad, el individualismo y la inequidad.
Para completar el desafortunado panorama que se presenta, países como Estados Unidos y Colombia pretenden “re-activar” la economía con unas políticas internacionales irresponsables que atentan contra la vida, haciéndose los de la vista gorda frente a todas las situaciones en las que han abogado para la precarización del trabajo, la salud, la educación y los derechos humanos.
No quiero quedarme con la idea de que aunque hoy se está viendo sin ningún tapujo la cara de la humanidad que nadie quiere ver, en cuanto pase esta pandemia no quedará más que el mal sabor de boca y seguiremos luchando los mismos de siempre y seguiremos saliendo a las calles los mismos de siempre, porque no es la primera vez que nos vemos enfrentados a una situación así y no va a ser la última.
Es inaceptable que como seres humanos sociales y políticos pasemos inadvertidas estas situaciones, es hora de que paremos un momento y pensemos seriamente ¿Qué es lo que queremos para nosotros, para nuestros adultos mayores, para nuestros jóvenes y para nuestros niños? ¿Esta es la sociedad en la que deseamos vivir y la que deseamos dejar para las nuevas generaciones? ¿Qué vamos a hacer para cambiar dicho panorama?. Frente a la lucha y el movimiento social esto es un punto de partida para la reflexión ¿cómo vamos a fortalecer la lucha? y ¿cómo vamos a lograr que este desastre que estamos viviendo hoy nos sirva como un empuje para movilizar a toda la sociedad y lograr un impacto a gran escala?