La huelga es uno de los derechos esenciales que componen y hacen realizable un derecho humano fundamental que está en el centro de la democracia, el derecho de asociación, de ahí su importancia y la pertinencia de su análisis para vigorizar de esa manera el Estado Social de Derecho.
Pero la huelga, a la vez acción y derecho, como la hemos conocido y vivido, con sus ritos y formalidades, se encuentra en crisis, en parte por el deterioro y la precarización del trabajo, o por la globalización de la economía y de las luchas laborales, pero además por el poco interés de poner los derechos del mundo del trabajo en el centro del debate público en Colombia, que, paradójicamente, depende de quienes trabajamos para generar plusvalía y desarrollar las fuerzas productivas.
Para la opinión conservadora, su resistencia al ejercicio pleno del derecho de huelga proviene de un entendimiento equivocado de la democracia y la ciudadanía social, porque privilegian el discurso de la huelga como obstáculo para el ejercicio de la libertad económica. De otro lado entendemos la libre sindicalización, la negociación colectiva y la huelga como una oportunidad de equilibrar las relaciones entre capital y trabajo, para garantizar mayor igualdad. Estos derechos son un mecanismo racional y legal para alcanzar mejor simetría en los límites del derecho de la propiedad privada y de los derechos económicos de la ciudadanía en el Estado Social de Derecho.
La huelga es a la vez acción-instrumento-derecho; acción porque organiza, construye, congrega, alienta, protege, reivindica y moviliza a los trabajadores como colectivo y movimiento social, para que tomen conciencia de su papel en el trabajo y de lo legítimo de sus derechos y reivindicaciones; instrumento porque es esencial en la negociación colectiva, en la defensa de los intereses de los trabajadores y para la existencia del sindicalismo; y, derecho, porque su consagración jurídica garantiza la acción, y porque resguarda las libertades de expresión, de igualdad, de opinión y vida digna, todas ellas angulares en la democracia.
El pleno ejercicio del derecho de huelga mejora la capacidad de negociación colectiva para los trabajadores y los sindicatos, y ayuda en la batalla contra la desigualdad económica y social. Desde el punto de vista jurídico y subjetivo, la huelga, además de un derecho, es un instrumento “al servicio de la igualdad material que tiende a remover los obstáculos que se oponen a ella, siendo ésta la nota predominante que permite etiquetarlo como un derecho de carácter social atribuido a los trabajadores, en tanto grupo social específico.”
Por eso el anuncio de la USO de la semana pasada no es estrafalario. No hay mejor forma de volver realidad un derecho que ejerciéndolo. El sindicato dijo en su comunicado que “la huelga es plenamente compatible con nuestro profundo deseo de paz.” El ejercicio del derecho de huelga debe tener mejor lugar en el posacuerdo de paz y más allá. Urge abandonar temores y juicios anacrónicos y comprender la huelga como parte del normal en las relaciones de trabajo, como uno de los derechos que permiten equilibrar la sensible ecuación capital – trabajo, y la mejor manera de regular esa tensión inevitable e imperecedera.
Ecopetrol S.A. debería cambiar
su vieja visión militarizada y judicializada
de relaciones laborales
Ecopetrol S.A. debería cambiar su vieja visión militarizada y judicializada de relaciones laborales, sobre todo si realmente estamos avanzando hacia una sociedad normal y pacífica, con conflictos sociales y políticos duros, pero sin violencia, y entender que los conflictos laborales se agudizan cuando se intentan ahogar.
La primera empresa del país salió a responder aireadamente que los trabajadores petroleros no tienen derecho de huelga. Apela al miedo y al terror que ha podido sembrar en otros movimientos huelguísticos del pasado, para afirmar sin pudor que la huelga en la empresa “no tiene fundamento legal ni jurisprudencial”. Desafía a la Corte Constitucional que en la sentencia C-796 de 2014 concluyó que “es posible ejercer el derecho a la huelga en el sector de los petróleos, siempre y cuando no comprometa el normal abastecimiento de combustibles derivados del petróleo”. Minimiza el hecho cuando dice que solo “uno de los diez sindicatos” ha convocado a la huelga, sin mencionar que es el mayoritario.
A las élites económicas y claro a Ecopetrol S.A. les parece de mal gusto que los trabajadores nos organicemos, reclamemos, es decir que nos igualemos con ejecutivos y empresarios, con la “gente divinamente” -como dirían las señoras bien de Bogotá-. Pero ya lo dijo un líder indígena hablando del Estado colombiano hace poco: “Bogotá está muy lejos de Colombia”. Por eso les aterra cuando nos movilizamos pacíficamente o cuando simplemente afirmamos que a los trabajadores también nos protege la Constitución. Siguen anhelando empresas sin sindicatos, sin convenciones, sin huelgas. Siguen soñando una sociedad de jerarquías raciales y económicas, sin acción colectiva.
La preparación de la huelga anunciada por la USO viene bien en estos momentos en que seguramente triunfará el Sí en el plebiscito y se esperan mejores condiciones para la protesta social y laboral. Contrario a lo que muchos piensan, a nadie le gusta una huelga. Como lo advierte el profesor Álvaro Delgado “No es verdad que a los asalariados o a sus dirigentes les guste la huelga. Así ella sea pequeña y de corta duración, es una prueba de fuego desconocida enteramente por el resto de sectores sociales”.
Esperamos que el Ministerio del Trabajo garantice el ejercicio del derecho de huelga para los trabajadores petroleros del país y ojalá Ecopetrol S.A. convoque a un dialogo productivo y fructífero para conjurar una huelga que nadie quiere, que se puede evitar, pero que llegado el momento, el sindicato realizará para defender a Ecopetrol S.A. y los derechos laborales de los trabajadores.