Siete de la mañana en el Puerto de Amberes, Bélgica, un grupo de activistas se reúne para hacer presente su solidaridad con los trabajadores que bloquean las entradas de las grandes refinerías como ESSO o TOTAL ENERGIES.
Poco importa el viento helado que baja la temperatura a nueve grados en Bélgica ni que el sol haya salido aún. Explica Katrine, miembro de “Climaxi”, —una pequeña organización que lucha por crear conciencia sobre los efectos del cambio climático— que hacen presencia aquí para hablar a los trabajadores, que están huelga, sobre el impacto ambiental para que tengan en cuenta ciertos puntos como el mal manejo de residuos tóxicos que estas grandes refinerías se niegan a reconocer.
Así, pues, estos activistas, todos de muy variadas edades, es que muestran su solidaridad con estos gremios en Bélgica.
Esta huelga general prevista para el miércoles 9 de noviembre de 2022 transcurre en calma y en total orden. Piden al gobierno de Bélgica un apoyo contundente para palear el aumento de precios y la caída del poder adquisitivo. Sobre la mesa de negociación se instala un aumento de los salarios.
Los sectores afectados fueron los de transporte público, aeropuertos, empresas, hospitales y prisiones. Como era de esperar, Bélgica tuvo un día lento, y con una movilización activa gracias a la convocatoria de los sindicatos más importantes de este país, la CSC y la FGTB.
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