Cuando anunciaron que había decenas de muertos y heridos en el Bataclan fue recordar esa muerte que se anunció antes de cometerse. El temor de un atentado en París rondaba en el aire, se veía venir y se hizo realidad de la peor manera: no fue uno solo atentado, fueron seis, o talvez siete… Ocurrieron en plenas calles de la ciudad, y el más mortal por haber provocado el mayor número de muertos, se ejecutó a punta de ráfagas de kalachnikovs, a intervalos, durante dos horas, en una de las salas de concierto más emblemáticas de París. Era la hora de una presentación en el Bataclan. Ahí murieron más de ochenta espectadores.
Era fácil imaginar que algo grave pudiera ocurrir en París desde que Francia anda implicada en conflictos bélicos primero en Libia luego en Mali y ahora en Siria.
Los seis y probablemente hasta siete atentados del viernes 13 cometidos en barrios céntricos de París y en Saint-Denis, durante el partido Francia-Alemania, además de haber chocado profundamente a la sociedad francesa dejan perplejos a especialistas y profanos: se hicieron de manera simultánea, la mayor parte de los muertos eran jóvenes que departían una noche de viernes entre amigos en terrazas de bares y restaurantes de la ciudad… Otros disfrutaban de en un concierto de rock en el Bataclan y los que los mataron también eran muy jóvenes según los testigos que pudieron verlos de cerca. Para completar esta escena de horror, ocho de ellos se hicieron explotar con cinturones cargados de explosivos sintéticos en el más puro estilo de los atentados de “kamikazes”, hasta ahora vistos en países del Oriente Medio, Asia, África pero jamás en una capital europea.
El saldo de víctimas hasta hoy es de 132 muertos y 352 heridos de cuales más de 80 están ahora en hospitales de la ciudad en estado de urgencia absoluta.
Los terroristas recibieron la directiva de actuar en tres grupos, dos dispararon hacia sitios de reunión abiertos como terrazas de bares y de restaurantes y un tercero constituido por cuatro hombres entró en el teatro Bataclan para matar al mayor número de personas que encontraran en su camino.
La irrupción en el Bataclan en el mismo momento en que el grupo americano de rock “Eagles of death metal” daba un concierto, es como el punto culminante de esta jornada de terrorismo en París.
En ese recinto construido a mediados del siglo XIX se mataron a muchas personas, la mayoría se hallaba en la platea. Se puede hablar de un primer tiempo en el cual los cuatro terroristas se dedicaron a disparar contra la gente que estaba cerca del escenario, y de un segundo tiempo cuando los comandos antiterroristas franceses lograron penetrar sin poder evitar que los kamikazes se hicieran explotar al lado de sus rehenes antes de someterse o ser ejecutados, se dice que uno de ellos explotó cuando le dispararon.
Con excepción talvez de los servicios de inteligencia ningún ciudadano común hubiera podido imaginar que los islamistas del ISIS escogieran como blanco a esta conocida sala de espectáculos de París. Aunque sus responsables se referían hace un tiempo a las amenazas que recibían por ser un lugar que se abría a toda manifestación cultural y hasta política, incluidas las reuniones de algunas asociaciones judías de Francia que alguna vez pasaron por ahí, como lo han hecho otras tantas asociaciones de defensa de los derechos de inmigrantes, perseguidos políticos, causas ambientalistas, etc.
El Bataclan se erige en recinto de tolerancia abierto al mundo entero. También el comité por la liberación de Ingrid Betancourt estuvo alguna vez ahí para una velada de solidaridad con la candidata secuestrada por las Farc. Ese día en su fachada de pagoda china se colgó una foto gigante de Ingrid Betancourt con la mirada fija en las colas de gente que venían a esta sala a pedir su libertad.
En estos tiempos de convulsiones en buena parte del Mediterráneo, el patetismo de la guerra y en particular de la guerra en Siria queda plasmado en estos terroristas suicidas que se hicieron explotar en el corazón de París, que es el corazón de Francia.
Un experto hablaba en esta horas de luto colectivo de la “Libanización” del terrorismo en territorio francés por esto de los atentados múltiples con kamikazes, sin olvidar que el jueves 12 de noviembre se cometieron dos atentados igualmente mortíferos en Beirut: 43 muertos y 239 heridos, la mayoría musulmanes.
El Bataclan como escenario de una tragedia real es algo que impacta porque es un lugar muy apreciado en París. Quién en esta ciudad no ha ido alguna vez al Bataclan para ver el concierto de su grupo favorito, el show del cómico, el recital del cantante, para participar en el meeting de la figura política del momento… que en esta sala que recuerda el París de los resistentes, impregna a los hombres políticos de una cierta autenticidad.
El Bataclan atravesó sin daños especiales la historia de París desde que el Este de la ciudad era el territorio de rebeldes y proletarios y el Oeste el de los conservadores burgueses, los mismos que un día enviaron sus tropas para aplastar las rebeliones. Esa vez el Bataclan se transformó en una gran sala de urgencias para atender a los heridos. Eran los tiempos de la Comuna de París (1870), una guerra civil.
En el Boulevard Voltaire, que es la arteria principal del barrio y en donde se levanta este recinto dedicado al arte popular y que este viernes se asemejaba más a la arteria de una ciudad en guerra que a un pacífico boulevard parisino, con comandos antiterroristas alistándose para irrumpir en la sala tomada por los kamikazes, se concentra una buena parte de los bistrós más pintorescos y frecuentados de la ciudad.
El Boulevard Voltaire con sus calles aledañas es el barrio de moda de los llamados” bobos”, los intelectuales chic. Por eso en las listas que se comunican ahora con los nombres de las víctimas aparecen artistas, periodistas, creativos del higt tech, estudiantes de grandes escuelas de comercio, universitarios, investigadores, jóvenes empresarios, etc.
En este barrio que se ve azotado por varios atentados terroristas de corte islámico en un solo año,- el primero ocurrió en enero contra Charlie Hebdo cuya sede estaba situada a pocas calles del teatro-, convive una población de diversos orígenes y generaciones, viejos parisinos que viven ahí desde siempre, al lado de parejas de jóvenes que buscan instalarse en este sector atraídas por el precio más moderado del metro cuadrado, en comparación con el que se practica en otros sectores de la ciudad, inalcanzables para franceses de clase media.
Por ser un barrio que recibe gentes de todas las latitudes sin ser por ello un barrio gueto, es el típico barrio parisino, con edificios acogedores, varios jardines, arterias de estilo elegante, otras más estrechas y populares, aunque ahora en muchas de ellas los comercios y artesanías de antaño hayan sido reemplazados por comerciantes asiáticos que han inundado esta parte del barrio 11 de bodegas de calzado, ropa y accesorios para ventas al por mayor.
A larga y fluida historia del Bataclan al servicio de la cultura viene a interponerse ahora una tragedia que lo convierte en campo santo, ahí se vio morir a mucha gente.
En esta tragedia no juega el azar ni los misterios del destino, no es el fruto de los espíritus malévolos del viernes 13. Ocurrió por la voluntad de hombres que avanzan camuflados por territorios de Siria, Irak, Turquía, Líbano y que ahora llegan en forma de comandos suicidas formados para entrar en guerras por procuración que buscan dislocar geografías y naciones.
Su peor rostro es este terrorismo que penetró en París como un aire venenoso y que mató, y que si no mató deja estropeada la mente de los que se salvaron o no estaban allí y de paso contamina para siempre aquellos espacios de la ciudad que exaltan la vida, como es el caso del Bataclan.