Cuando uno ve la situación en la que han terminado las fuerzas armadas constitucionales, incluyendo soldados, policías, pilotos y marineros ,no discute, prefiere irse a los resultados o, al menos, a la percepción ciudadana de por qué esas instituciones parecería que dejaron de prestar el servicio. Y mucho más cuando se constata la pérdida de la fe que los colombianos teníamos en los uniformados.
Ante los ojos de la multitud, el causante de la evidente parálisis de esos organismos de seguridad es el mismísimo gobernante de la república o, al menos, la ideología que dicen profesar. El hecho de haber barrido con más de 50 generales subyugando el rol político y el objetivo social de los uniformados a obedecer a unos coroneles sin el mando piramidal ,hace palpable la crisis. Y si al mismo tiempo se les obliga a una tregua con las bandas armadas que se han ido tomando el país, el panorama se vuelve catastrófico para la población civil. Todos sin excepción, nos vemos desamparados y cuando no, corriendo el riesgo de terminar obedeciendo a esas bandas o sometiéndonos al ordenamiento que ellas decreten en barrios y veredas en ciudades y campos del territorio nacional. Y hoy, cuando esas tales treguas se rompen, la voz de mando para que las fuerzas constitucionales dizque recuperen la iniciativa y nos restituyan la esperanza de hacer parte de un estado que protege a sus ciudadanos, resulta un hazmerreir porque en vez de salir del atolladero, nos sentimos más desamparados.
Todos sin excepción, nos vemos desamparados y cuando no, corriendo el riesgo de terminar obedeciendo a esas bandas o sometiéndonos al ordenamiento que ellas decreten
Tal vez fue la salida masiva de los generales lo que ha precipitado la debacle de confianza. Se percibe la flojera de unas tropas puestas a discreción y a guardar sus fusiles para no combatir contra la bandas mientras se reinicia la conversación desigual. Pero es paradójicamente en los coroneles, en quien de la noche a la mañana el colombiano común ha empezado a sembrar la esperanza del futuro en sus fuerzas armadas. Ojalá no se dejen destituir como a los generales.