La hora de la libertad para la médica Ana Maria González condenada por intento de homicidio

La hora de la libertad para la médica Ana Maria González condenada por intento de homicidio

La triste historia de la payanesa experta en cáncer de seno que terminó en un injusto juicio en el que pesó el chauvinismo y un posible falso testimonio

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enero 31, 2019
La hora de la libertad para la médica Ana Maria González condenada por intento de  homicidio

Sus conocimientos en cáncer de seno habían convertido a la médica payanesa, Ana Maria González en una referencia obligada en el prestigioso MD Anderson center de Houston. Estaba en la cima de su carrera profesional como tratante y científica cuando en 2014, un cuestionado juicio la declaró culpable del intento de envenenamiento de su novio, el médico norteamericano George Blumenschein. Desde octubre del 2014 está detenida en la cárcel de mujeres Harris County Jail de Houston en Texas.

Graduada en la Universidad del Cauca fue aceptada para realizar el internado en el prestigioso hospital Mont Sinai para continuar becada su especialización en oncología en Nueva Orleans y de allí otra beca la traslada a la Escuela de Medicina de la Universidad de Houston en donde viviría los próximos 15 años.

y fue contratada para formar parte del equipo de investigación y docencia del prestigioso centro oncológico de Estados Unidos. El foco de su trabajo estaba dirigido en los canceres más agresivos inmunes a la quimioterapia como es el triple negativo, pero también en atenuar los efectos secundarios de las quimioterapias en las pacientes. Tenía publicados más de 150 artículos en revistas científicas y dirigía un trabajo de investigación con 2000 mujeres norteamericanas, financiado por tres fondos independientes, cuyo resultado tendría un claro efecto en las pretensiones comerciales de la industria farmacéutica productora de los medicamentos que se aplican en las quimioterapias a las mujeres que padecen la enfermedad.

Los celos se cruzaron en su camino. George Blumenschein, su compañero en el MD Anderson la arrastraría a un torbellino de pasiones que se le atravesaron en su camino profesional. Blumenschein tenía una pareja cuando apareció Gonzalez. Empezaría un triángulo amoroso que terminaría en tragedia. Según declaraciones de Blumenschein, González cada vez se iba poniendo más agresiva y paranoica. Lo amenazó varias veces con vengarse “a lo colombiano” si él no renunciaba a su novia norteamericana.

En medio de la tensión Ana María llamó a George para que hablaran tranquilamente y dieran por terminada la relación. Fue el 27 de enero del 2013 cuando, sentado en un sofá, el médico de cincuenta años recibió de manos de su amante una taza de “Café colombiano”, como insistentemente repetía la fiscalía en sus acusaciones durante el juicio. En el momento de denunciarla por homicidio Blumenschein recordaría el café como extremadamente dulce. El hecho es que éste terminaría horas después en las urgencias del hospital donde logró salvar su vida gracias a una diálisis pero terminó perdiendo el 60% de su función renal.

Se le imputaron los cargos seis meses después de la demanda y en mayo del 2014 empezó el juicio. El fiscal se refirió a la oncóloga como una mujer manipuladora y diabólica a quien comparaban todo el tiempo con el personaje de Glenn Close en Atracción fatal y a quien veían su nacionalidad como una prueba irrefutable de su culpabilidad. La variable latina en un estado como Texas pesó negativamente contra Ana Maria Gonzalez y un juicio, considerado como sesgado y direccionado, desvirtuaron los testimonios, de las voces de quienes la habían conocido, incluidas muchas pacientes a quienes les había salvado la vida. Una a una acudieron a juicio a testificar de la calidad humana y profesional de la doctora.

Fue un juicio express, que apenas en tres meses emitió sentencia. El 29 de septiembre del 2014 fue condenada por una Corte de Texas a 10 años de cárcel por intento de homicidio.

Ana María González y su familia y amigos en Popayán aceptaron la decisión con resignación y la médica se dedicó a servir dentro del penal. La batalla jurídica no se detuvo y su defensa desde Colombia, se propuso lograr demostrar su inocencia y presionar la restitución de sus derechos. Después de dos años de detención, el  30 de abril del 2016 apareció una luz en el camino. Por cuenta de una acción popular instaurada ante el Tribunal Contencioso Administrativo del Valle se intentó obligar al gobierno colombiano a intervenir y forzar la revisión: habían nuevos testigos y sobre toda una estelar, en el Estado de Alaska. La doctora Mary K. Bucci había sostenido una relación amorosa, episodio ocultado por el medico George Blumenschein en el juicio con el cual podría configurarse el delito de falso testimonio, de extrema gravedad para la justicia norteamericana con la que se pondría en cuestión  la integridad del acusador quien había jurado estar diciendo toda la verdad.

Este hecho le habría dado un giro al juicio, que habría inclusive llegado a derrumbar. El juicio cometía el error de violar el respeto a la identidad colombiana. Se argumentaba además que, debido a los pactos de Nueva York, existía la obligación bilateral de defender la dignidad de ambas nacionalidades.

La canciller Maria Angela Holguín, quien estuvo durante los dos períodos de Juan Manuel Santos no aceptó intervenir en el caso. Su argumento principal era que en todo momento del juicio la doctora González se presentó como ciudadana norteamericana lo que imposibilitaría la intervención de autoridades colombianas. Estas razones estuvieron lejos de satisfacer a sus familiares quienes no consideraron lo anterior una justificación para la indolencia. En su momento se dio un acompañamiento pasivo a la doctora Ana Maria González y a sus familiares.

La insistencia de su defensa en cabeza del abogado norteamericano Andy Drumheller está ahora orientada a exigir que le apliquen el beneficio de casa por cárcel por haberse cumplido la mitad de la pena en el férreo penal de Harris Country Jail en Houston Texas . Sus posibilidades de ejercer su profesión como médica en Estados Unidos, esas si quedaron enterradas para siempre, pero su sabiduría podrá seguir contribuyendo a salvar vidas. El sueño final seria poder regresar a su natal Popayán a ejercer su profesión y a enseñar en las aulas de su querida alma mater: la Universidad del Cauca.

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