La hora de Jaime Granados, el defensor de Álvaro Uribe

La hora de Jaime Granados, el defensor de Álvaro Uribe

El penalista que estuvo detrás del nuevo sistema penal acusatorio tiene al frente un desafío: demostrar la inocencia del expresidente tambor mayor del CD

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julio 25, 2018
La hora de Jaime Granados, el defensor de Álvaro Uribe
Foto: @JGranadosPena

Logra hablar durante horas y con la precisión que le da su memoria eidética sobre los detalles más desconocidos de la batalla de Stalingrado o contar, milimétricamente, de qué ingredientes se componían los venenos en la corte de Francia durante el convulsionado reinado de Felipe el Hermoso.

Solo su imponente aspecto de oso pardo basta para intimida a cualquier rival antes de empezar a hablar. Su voz grave y poderosa es una aliada incondicional de Jaime Granados en el nuevo sistema penal acusatorio que él mismo trajo de Puerto Rico en el 2005, en dónde los abogados, como en las series de televisión norteamericanas, podían despegar todo su encanto en encendidos monólogos de los cuales es un maestro.

No hay caso que parezca imposible para este abogado graduado de la Universidad Javeriana. Allí, a mediados de la década del ochenta, ya empezaba a ser popular por su léxico inagotable y sus contundentes discursos. Con otros tres compañeros de la facultad de derecho, entre los que se destacaba Rodrigo Escobar, formaron un grupo de estudio en donde hablaban, inmunes a la fatiga que podía generar el exigente pensum, de códigos, leyes y formulaban hipotéticos sin prever que terminaría asumiendo casos de actores en la vida publica acusados de distintos delitos.

Es el abogado de cabecera del expresidente Álvaro Uribe en el proceso que entra en la etapa de indagatoria ante la Corte Suprema de Justicia, pero también ha defendido al general Plazas Vega o Bernardo Moreno, los hermanos Nule; el exgobernador del Valle Juan Carlos Abadía; de Laura Moreno quien salió inocente dentro del mediático caso de la muerte de Andrés Colmenares en el caño del parque del Virrey, de los que en muchoas caso ha salido sino vencedor logrando condiciones favorables para sus defendidos. La tenacidad y obsesión por el derecho llevó a que en la universidad se conociera al cuarteto de amigos como “la corte suprema”.

El 5 de noviembre de 1985 Jaime Granados recibió su título como abogado. Su tesis, ampliamente comentada y elogiada, hablaba sobre la negativa al indulto político a los guerrilleros, lo curioso es que a unas cuantas cuadras de la Universidad, y a esa misma hora, el M-19 desataba un infierno en el Palacio de Justicia. Y su defendido de hoy, el expresidente Álvaro Uribe terminó votando a su favor en el Congreso.

Una vez se graduó con honores de la universidad, el grupo de  “la Corte suprema” lejos de disgregarse, se unió aún más. Los cuatro amigos montaron en los primeros meses de 1986 un bufete. La oficina donde funcionaba el conglomerado, era un cuarto muy pequeño al que la ausencia de ventanas lo hacía más deprimente y claustrofóbico.  Allí, aprovechando los contactos que tenían en la universidad y la amistad y el afecto que habían creado con varios profesores (cuentan que Granados se hizo muy amigo del Decano de la Facultad de Derecho de esa época, el  famoso padre Gabriel Giraldo con quien lo unía la pasión por la lectura) lograron conseguir sus primeros casos. “Uno se forma el prestigio en la universidad. Y con las personas que me conocen desde ese tiempo se ha extendido la cadena de clientes”, recordó Granados en una entrevista.

No tardó mucho tiempo para que el aluvión de buenos comentarios que despertaba la labor de los jóvenes penalistas llamara la atención de un peso pesado de la farándula nacional. Y así fue cuando un día, el poderoso empresario y presentador de la televisión, Jorge Barón, llegó al cuarto de escobas que “los supremos” tenían como oficina para solicitar sus servicios..

Fue el estreno de Granados con un cliente involucrado con los medios con lo cual se enrutó su faceta mediática. Un escenario que aprovecha cuando las condiciones, de acuerdo a cada estrategia, lo amerita. Y la aplica a fondo.

Hábil y metódico, el líder de la “Corte Suprema” ha sabido como ningún otro abogado en este país explotar el eco que sale de esa poderosa caja de resonancia que son los medios de comunicación.

A finales de la década de los  noventa y con una fama incipiente, viajó a Puerto Rico y en ese país le bastaron solo un par de años para entrar a los cerrados círculos de poder en donde parece moverse como pez en el agua. Allí, bajo la tutela de Rafael Hernández Colón, gobernador en ese entonces de la isla, un polémico hombre obsesionado con el poder y a quien se le culpa de la debacle económica que vivió Puerto Rico durante finales de la década del noventa, Jaime Granados empezó a tener experiencia en reformas legales al Estado, tarea en la que se vendría a consagrar en 1991 cuando formó parte del equipo que asesoraría en el tema de justicia la nueva Constitución colombiana.

En 1996 regresa al país, con un montón de ideas en la cabeza, ideas que vendrían a concretarse dos años después cuando junto a su socio, Said Idrobo Gómez, funda Granados Idrobo Asociados, cuya razón social cambiaría en el 2001 convirtiéndose en la célebre oficina de Jaime Granados Peña & Asociados Ltda.

La llegada de Álvaro Uribe al poder vendría a significar para el abogado su consagración definitiva. Sería, desde mediados de la década pasada, la conciencia jurídica en lo penal del expresidente que se fue extendiendo a su círculo de poder, incluido Oscar Ivan Zuluaga  y  otros militantes del Centro Democrático.

Para muchos Granados es el precursor del sistema penal acusatorio que se implantó en el país, bajo la tutela del exfiscal Mario Iguarán en el 2005, en el gobierno de Uribe. Se desenvuelve en él con absoluta maestría. Una destreza que tendrá que poner a prueba frente al tambor mayor del Centro Democrático, el expresidente Alvaro Uribe frente a quien solo tiene un escenario en la mira: demostar su inocencia.

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