Vivir y aprender a hacerlo bien y con plenitud nos exige constantemente cerrar ciclos, completar círculos, pasar la página y avanzar en la búsqueda de nuevas realizaciones. Vivir exige aprender a perdonar, a ser perdonados, y a entender el perdón como un elemento sanador y reparador de proyectos de vidas en constante cambio y evolución. Perdonar, en cualquiera de sus manifestaciones permite que exista una oportunidad para la reconciliación.
En la historia de la humanidad encontramos valiosos ejemplos de perdón y reconciliación, quizá uno de los más claros y cercano lo encuentran los católicos en Jesús, un verdadero maestro del perdón. En la Biblia cuentan que perdonó a la humanidad, a Pedro incluso después de negarlo repetidamente, al ladrón en la cruz, a María Magdalena, a la Samaritana, a Zaqueo, cuentan también que perdonó hasta a los que no sabían lo que hacían. Es que perdonar paga, la historia reciente también lo muestra, sino pregúntale a Hillary Clinton qué rumbo tendría hoy su vida sino fuera por el perdón, o miremos el perdón también con ojos de banalidad, pongámosle cuidado y sigámosle los pasos a la reina Ariadna Gutiérrez, la última Miss colombiana en torno a quien se desató tremendo escándalo por un error supuestamente involuntario, y si su calculado gesto de perdón y reconciliación con un afamado y despabilado presentador gringo no le cambió su vida.
En Colombia las generaciones de las últimas cinco décadas solo hemos vivido y conocido el escenario de la guerra. Distraídos y sumergidos en un conflicto armado donde más de seis mil jóvenes que, sin conocerse entre víctimas y victimarios, fueron reclutados para entregar sus vidas en una estúpida guerra que no les pertenece, porque no es la de ellos, sino el resultado de odios y resentimientos entre un grupo de adultos ambiciosos, bastante mañosos, que sí se conocen, y que hasta el 17 de noviembre de 2012, hace ya tres años cuando las noticias informaron que gobierno y Farc iniciaban en Cuba una negociación de paz con la que buscarían poner fin al conflicto interno de casi 50 años —el más prolongado del hemisferio—, no habían asumido su responsabilidad y se habían escudado siempre detrás de los más incautos e inocentes. El gran problema del conflicto en Colombia es y será la tierra. Mientras ella continúe en manos de unos pocos esto difícilmente cambiará, la guerra no cesará.
Una nueva clase dirigente unida y solidaria
tiene desde los escenarios de poder
las grandes decisiones que generen las transformaciones sociales
La ruta está trazada, es hora de escribir una nueva página, la de la verdad, la justicia, el perdón, la reconciliación, la reparación integral a las víctimas con garantías de no repetición. Desde los escenarios de poder es donde se toman grandes decisiones que generan cambios y las verdaderas transformaciones sociales. Es con una nueva clase dirigente unida, solidaria, donde todo el aparato estatal, la empresa privada, gremios y sociedad en general, estemos dispuestos a diseñar e implementar políticas sociales planeadas a partir de las necesidades de las regiones y los territorios, que generen las oportunidades y permitan evolucionar en la construcción de una nueva sociedad, justa e igualitaria.
A propósito de la conmemoración de los 15 años de la implementación del Plan Colombia a celebrarse esta semana en Washington, y a la que fueron invitados además del presidente Santos, los exmandatarios Pastrana y Uribe, pensaría que los tres deberían asistir y juntos escribir una nueva página, la de dejar a un lado las diferencias partidistas y personalistas, y en un acto de grandeza, enviarían así al mundo entero y en particular a los colombianos, un mensaje de paz y reconciliación.
También me llegó la hora de escribir una nueva página, desde mis escenarios y experiencia, con mis conocimientos y mi vocación de servir a los menos privilegiados, los más empobrecidos. Escribo a partir de hoy y cada quince días en este medio, procurando ser siempre la voz de los que no tienen voz, en tono amable, respetuoso y sincero, la de quién sueña y cree que entre todos podemos construir esa nueva Colombia, pujante, feliz, en paz y reconciliada.
@Miguel_Mondrag