Y los dioses y sus desinteresados representantes en la Tierra están a la vanguardia de las investigaciones. Ahora deben enfocarse en perfeccionar los métodos de distribución. Este pastor por ejemplo ha empezado sus pruebas de distribución del Espíritu Santo con bolas de energía invisibles, y parece funcionar. Esperemos que empiece pronto sus pruebas con “energía antihomosexualidad”:
https://www.youtube.com/watch?v=BNbOsr7TDjE
Otros pastores usan métodos menos avanzados, aunque al parecer efectivos. Bob Larson, por ejemplo, ha tenido que lidiar con demonios gay violentos y malencarados (¿Seguro que son gay? ¿Violentos y malencarados?), pero los ha vencido con simples palabras e imposición de manos:
https://www.youtube.com/watch?v=2tC55sf-Wt8
Un trío de “exorcistas adolescentes” acompaña a Bob en sus giras por el mundo, aunque también ofrece servicio de exorcismo por Skype.
Tenemos también la “curación” de Andrew, quien fue liberado del demonio (el cual aparentementeno encuentra un mejor uso de su poder que influenciar las preferencias sexuales de los insignificantes mortales):
Andrew, después de haber sido “curado”, dice (0:35): “Ya no soy gay, ¡fui liberado! ¡Ya no me gustan los hombres, dije que me gustan las mujeres! ¡Mujeres, mujeres, mujeresbrrrrrrr! No saldré con un hombre, no cargaré una cartera, no usaré maquillaje. Amaré a una mujer”. El pastor, preocupado por su situación financiera ahora que es heterosexual dice (6:08): “Dios dice que te va a bendecir por tu compromiso. Solamente para probarlo, me dijo que te diera cien dólares. Él dice que el dinero te llega debido al compromiso que recién hiciste”. Y yo que creí que los pastores solo estaban encargados de recolectar dinero para Dios, pero resulta que también administran sus transferencias desde el cielo.
Ahora hay por todos lados gente que se dedica a “curar la homosexualidad”. Muchos se habrán enterado del caso de Neru. Bill Maher entrevista a un “exgay”(quien se refiere a sí mismo como “un heterosexual que lidió con algo de homosexualidad”) que se casó con una “exlesbiana” y ahora se dedica a ayudar a otros homosexuales a “curarse”. Además de juzgarlos de “incompletos”, dice que los gay no son felices, lo cual suena chistoso considerando que “gay” en inglés (origen del vocablo) significa literalmente “feliz y emocionado; alegre y animado”. JONAH (“Judíos que Ofrecen Nuevas Alternativas de Curación”), dicen que ayudan a gente “luchando contra atracciones sexuales indeseadas hacia el mismo sexo” y que “ser gay es un desorden mental”. La terapia, que puede costar hasta 10.000 dólares por año, incluye sesiones de desnudez grupal, acurrucarse con personas del mismo sexo, golpear violentamente efigies de sus madres y visitar baños comunales para “estar desnudos con figuras paternales”. Como la discriminación y persecución a las que es sometida parece no ser suficiente, la comunidad homosexual se ha aprovechado de las reglas del sistema para que se penalicen estas prácticas: las leyes del consumidor prohíben que cualquier organización o individuo promocione un bien o servicio que no funciona, pretendiendo que sí lo hace.
Creería uno que quien “encuentra la cura” no se “enferma”, pero no parece ser el caso. John Smid, director ejecutivo de Love in Action, un grupo que invita a “curar” la homosexualidad a punta de oraciones, admitió haber escondido sus preferencias sexuales por años y se casó con otro hombre. Ted Haggard se declaró culpable de “inmoralidad sexual” (le pagó durante tres años a un prostituto para tener relaciones sexuales con él). Lo más sorprendente es la cantidad de odio que incitan estas organizaciones e individuos, que normalmente se llenan la boca hablando de amor al prójimo, de paz y de armonía. Una iglesia en Colorado, por ejemplo, se negó a darle sepultura a una mujer lesbiana cuando su familia se negó a remover fotos en las que demostraba su afecto por su esposa. ¡Por demostrar amor! Ahora, si se debió a que las fotos se consideraron inmorales, ¿qué será de tantos actores porno que han decidido seguir a Jesús? Internet no olvida, y parece que algunas iglesias tampoco, así que no podrán descansar en la tumba con su bendición.
Ni hablar de aquellas Iglesias que dicen cosas como “Dios odia a los maricones”, “gracias a Dios por los soldados muertos” y “gracias a Dios por el sida” (castigos divinos por “tanta homosexualidad”). O de aquellos países en donde ser homosexual es ilegal y hasta castigado con pena de muerte (naranja claro y oscuro, y café en la imagen). No hay que ser un genio para detectar la influencia de las religiones organizadas:
Siente uno como si La Ilustración nunca hubiera sucedido. Intentos como la ley antidiscriminación dan indicios de uso de razón y avance moral, aunque me pregunto qué será de las iglesias con todo este cuento. ¿Seguirán andando por encima de la ley, como lo han hecho a lo largo de los siglos? ¿Persistirán con su obsesión con las preferencias sexuales de la gente? ¿Con su derecho a ser feliz (que como vimos es el significado de “gay”)? Bien dijo H. L. Mencken: “El puritanismo es el miedo agobiante de que alguien, en algún lugar, pueda ser feliz”. Y el miedo, ¿tendrá cura?
