Las calles peatonales que conducen hasta la mezquita de Imam Alí, en Náyaf, no tienen la congestión habitual. Las restricciones impuestas como consecuencia del Covid-19, cuyos casos han vuelto a aumentar en las últimas semanas, ha detenido la llegada de millones de peregrinos, que llegan a visitar el mausoleo de Alí, el yerno y primo del Profeta, con quien se inicia el chiismo la rama del Islam mayoritaria en Irak.
Hasta aquí llegará este sábado el Papa, quien visitará a la principal autoridad del chiismo en Irak, el ayatolá Alí Sistani, quien a su vez es la figura religiosa más importante del país. Aquí los clérigos celebran el viaje del jefe De la Iglesia Católica.
“Esta iniciativa del Papa de visitar al Ayatolá Sistani será un camino para acercar el entendimiento sobre el islam”, opina Hashem Al Hussein, clérigo e integrante de la Hawza (seminario de la ciudad).
“A pesar de las circunstancias y su salud, el Pontífice ha querido venir para darnos coraje y para ayudarnos a aferrar a nuestra tierra y religión”, recalca.
Miles de banderas del Vaticano y afiches con el rostro del papa adornan Bagdad, donde la visita del Pontífice, que coincide con la llegada una corriente de viento que para muchos representa una esperanza que no sentían desde hace tiempo.
En las etapas del viaje, se congregarán solo unos centenares de personas, con excepción de la misa del domingo en el estadio de Erbil, en el Kurdistán, en la que participarán varios miles de fieles que han reservado su plaza con antelación.
El programa papal es ambicioso e incluye Bagdad, Nayaf, Ur, Erbil, Mosul y Qaraqosh. Recorrerá 1.445 km en un país que el miércoles fue golpeado por disparos de cohetes, último episodio de las tensiones irano-estadounidenses que siguen latentes en Irak.