Las primeras ediciones del álbum que estremecieron al país aparecieron en 1962. Atrás habían quedado los miedos y las sorpresas de los primeros aviones en Colombia y La Compañía Nacional de Chocolates celebraba la llegada del primer Jet al país. De manos de Samuel Muñoz, quien fue presidente de la empresa hasta el año 78, nacieron las chocolatinas que hasta el día de hoy acompañan a millones de colombianos; y con ellas llegaron las laminitas jet.
“Eso fue en la década de 1960. El avión llegó al aeropuerto de Rionegro y atrajo la atención de todas las personas, la pista estaba repleta de gente. De alguna manera ese hecho marcó un cambio de época que perdura en la chocolatina”, cuenta Conrado Mora Velásquez, gerente de calidad de la Compañía Nacional de Chocolates.
La estrategia para posicionar las chocolatinas fue fácil: en cada una de ellas vendría una lámina envuelta en papel aluminio que se podría coleccionar y pegar en un álbum. La conquista del espacio fue la primera publicación y se convirtió en el reto de las personas que cayeron en la trampa del mercado. Lo que empezó como una idea para imponer la marca Jet terminó siendo el verdadero producto codiciado.
Hoy los álbumes Jet de los años 60 son una reliquia, un producto de colección que se ha vendido hasta por dos millones de pesos en internet. El sueño de conquistar el espacio, tal como lo había hecho el astronauta soviético Yuri Gagarin el año anterior, se volvió una realidad comiendo chocolatinas. Y así, una época marcada por la revolución tecnológica que se venía viviendo en el país tuvo eco en las laminitas Jet. Ya no eran solo las ilustraciones hechas a mano sobre el espacio, los planetas y lo que en ese momento era la fantasía de llegar a la luna. Con el segundo álbum, Autos-Jet, las chocolatinas se volvieron imprescindibles para todos los jóvenes de las ciudades.
Mientras la Compañía Nacional de Chocolates seguía creciendo, su colección de publicaciones iba engordando año tras año. Sin embargo, los cambios y los álbumes nunca fueron una razón para transformar la imagen de la marca. La chocolatina tenía que mantenerse como se pensó. Un jet rompiendo el cielo y dejando una estela al igual que la empresa colombiana.
Y como si fuera una premonición, al mismo tiempo de ser una celebración sobre la naturaleza del planeta, el álbum Historia Natural marcó una línea que aun hoy se conserva. Ya no se trataba de coleccionar carros o banderas presididas por un Simón Bolívar con botas brillantes y espada de oro, ahora había que volverse un referente en la educación.
Las láminas pegadas con colbón se metieron en los salones de clases. Jet sacó el álbum en 1967 que se volvió el emblema de la marca actualizándolo cada tanto con nuevas laminitas y nuevas temáticas, pero el fin siguió siendo el mismo. Incluso hubo un álbum sobre los dinosaurios. En ningún colegio lo pedían, pero en las casas era un reto y una forma de continuar con lo que en las escuelas habían empezado en clases de biología y ciencia. Del colbón para pegar los cromos se pasó al pegastick y de ahí a las autoadhesivas. Las ilustraciones hechas a mano se convirtieron en una imagen digital, pero la información que venía con ellas, la descripción de cada una siguió siendo igual de atractiva.
Las billeteras y las mesitas de noche se llenaron de monas. Otros lograron completar la colección y ahora mantienen en sus bibliotecas o cajones de algún escritorio de la casa un objeto que para muchos resulta invaluable.
Los años pasaron, pero las diferentes generaciones siguieron llenando el álbum, hasta el punto de entrar dentro de la idiosincrasia colombiana. Y las anécdotas alrededor de lo que se convirtió en una tradición son innumerables. Gabriela Gacharná, una joven bogotana, recuerda que su tío siempre llenó el álbum. Sus primeros recuerdos fueron junto a él, cuando estaba completando las laminitas de dinosaurios. Pero no se conformaba con pegarlas en cada página. Paralelamente, llevaba un cuaderno en donde las dibujaba y volvía a escribir la información de la cara de atrás. “Para mí llenar un álbum siempre ha significado compartir con alguien, hacer cambalache y comer chocolatinas ricas”.
Hace dos meses Jet sacó el último de sus álbumes. Vive la aventura está dedicado a los Parques Nacionales Naturales. Ya no se tratan de dibujos ni ilustraciones sesenteras, ahora son fotografías de los lugares más sorprendentes en Colombia. Desde el Parque Chingaza en donde los frailejones dominan en paisaje y las lagunas naturales recuerdan los recintos sagrados de los Muiscas, hasta las playas del Pacífico y las ballenas jorobadas que vigilan desde el agua el movimiento de la selva.
El nuevo reto consta de 250 laminitas. El álbum es una celebración de la diversidad que existe en el país, pero también pone sobre la mesa la problemática ambiental que está viviendo el planeta. La necesidad de cuidar y preservar los recursos naturales ha transformado al país. Casi el 40% del territorio está protegido para su conservación. Con el nuevo álbum el país no es representado bajo la idea de explotación de los recursos, sino del cuidado de la naturaleza, y esa es la verdadera meta: que las laminitas no sean la representación de un país que alguna vez existió, sino la celebración de una tierra que nos pertenece.