Los edificios en Bogotá no son simples construcciones dispuestas para alguna actividad, sino que, gracias a su historia, se han convertido en narradores que dan cuenta del recorrido que ha tenido que vivir la capital para llegar a ser lo que es hoy en día. Edificios con más de 300 años de antigüedad son muestra de ello, pero también otros más jóvenes, que fueron construidos para servir a los ciudadanos y ahora, por situaciones ajenas a ellos, cambiaron totalmente su objetivo. Ese es el caso de la aduanilla de Paiba, el matadero municipal de Bogotá, que ahora encierra en sus paredes libros y cultura, siendo la biblioteca de la Universidad Distrital.
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La historia de los mataderos en Bogotá
Para finales del siglo XIX, Bogotá no contaba con un matadero municipal oficial, por lo que, desde esa época, se empezó a ver la posibilidad de construir uno que cumpliera con las normas de higiene para el degüello, los cortes y la venta. El primero que se hizo fue el de San Victorino, finalizando la década de 1880, pero la construcción terminó siendo insalubre y se convirtió en un problema para el Concejo de la ciudad. Ese matadero trató de reemplazarse con otro ubicado en la zona de Tres Esquinas, pero el contrato no llegó a buen termino y siguió funcionando con todo y sus problemas de higiene.
Fue entonces cuando, para 1924, se tomó la decisión definitiva de cerrar el matadero público y construir un matadero municipal, alejado de la ciudad y que no fuera un problema para la capital. Se miro el terreno conocido como Paiba, en la actual calle 13 con carrera 30, para efectuar la construcción, debido a que, aunque era un sector alejado de la urbe, seguía teniendo un fácil acceso para todas las personas. Dicho lugar había sido adquirido en 1918 por la administración municipal, por lo que, firmado el Acuerdo número 45 de 1924, que aprobaba la construcción del matadero municipal, la empresa se puso manos a la obra.
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La aduanilla de Paiba, el Matadero Municipal y su auge en la capital
Para iniciar con la construcción, el Concejo Municipal aprobó recursos por $10 millones y otorgó el contrato a la empresa gringa Dillon, Read & Co. Con ello, la ciudad tuvo un cambio extremo, pues también se dispusieron las ubicaciones de algunas plazas de mercado y la remodelación de otros mataderos. El inicio del levantamiento del matadero municipal inició en 1926, después de que se adecuó el acueducto, y no solo aportó a la ciudad en temas de la distribución de la carne, sino que sirvió para el tema del manejo de basuras, pues se construyó la torre del crematorio de estas.
En 1929 fue inaugurado el edificio, en medio de alegatos por parte de algunos de los dirigentes de la capital. En octubre empezó a funcionar y, sin mucho revuelo, empezó a ser importante en la capital. Para 1932, anexo a él, se avaló la construcción de la Plaza de Ferias, lugar destinado a la exposición ganadera y, después, se dio el aval para crear un mercado en el propio matadero. Estos espacios se inauguraron en 1934, con presencia del mismísimo presidente Enrique Olaya Herrera, situación que dio paso a un auge inimaginable del matadero. En el se compraba carne de primera, en los locales anexos carne de segunda, y se volvió el epicentro de la carne en la ciudad.
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El declive y su resurrección con la Biblioteca de la Universidad Distrital
Tuvieron que pasar 50 años para que el matadero municipal volviera a dar problemas, precisamente por las razones por las que fue construido: higiene y salubridad. Con el paso del tiempo, las personas se alejaron del matadero y empezaron a preferir las plazas locales para proveerse de carne. Además, el sector de la Paiba empezó a convertirse en un lugar para la industria y en el lugar el sacrificio de reses descendió estrepitosamente. Así las cosas, en 1978 se dio por cerrado el matadero y comenzó un tiempo de abandono que duró hasta 2009, cuando la Universidad Distrital compró los predios.
Hoy, donde antes se mataban reses y se vivía el epicentro de la venta de carne en Bogotá, se vive la cultura, pues, tras un reacondicionamiento que alcanzó los 28 mil millones de pesos, el abandonado matadero municipal se convirtió en la Biblioteca de la Universidad Distrital. Donde antes había vacas colgadas, hoy hay libros, y en donde antes se elegía el mejor ganado para el sacrificio, se puede ver el espacio, un lugar para el desarrollo del intelecto y de la academia. Y si bien, ahora no es reconocido como el matadero más famoso, sí funciona para lo que fue creado, ser un centro de reunión para los bogotanos.
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