¿El fútbol inicia cuando a unos soldados ingleses se les dio por patear las cabezas decapitadas de unos esclavos negros? O bueno, eso me contaron.
Años después de que conociera la historia del fútbol una mujer me cuenta sobre el partido que se jugó en Prado, Tolima, como homenaje al origen del fútbol. La idea es la misma, lo que cambia son los agentes. Los soldados ingleses se reemplazan por la guerrilla o las FARC (ha pasado mucho desde que escuché esa historia y no puedo recordar cuál de los dos es, pero ustedes me entienden) y los esclavos negros por policías regionales (ustedes también entenderán). Pero eran otras épocas. Todos lo entendemos sin paréntesis.
La historia del fútbol la supe antes de los siete años. La de Prado sí la supe después. Y la última goleada del fútbol que recuerdo fue la muerte de una mujer, entre muchas otras mujeres y muchos otros hombres, por usar camiseta azul de un equipo cuyo nombre se me escapa, se me escapa. Mi abuelo también fue perseguido por los rojos porque llevaba camisa azul. ¡Y eso ya va para más de cuarenta años desde entonces! Qué cosa es el tiempo.
Probablemente comencé la historia del fútbol dándole patadas a una pelota de tenis contra una pared de la casa. Mi madre me reprendería. Yo persistiría. Los hombres sí juegan al fútbol, y todo deporte que implique enterrarse en el barro y sudar y correr. Las mujeres no juegan al fútbol, y si lo hacen, lo hacen mal. Eso me dijeron. (Qué cosas me han venido diciendo). Para las mujeres está el hula-hula, el maquillaje y el fashion design.
Y a todas estas, después de muchos intentos, Colombia al fin logra clasificar para el mundial. No he escuchado a nadie que considere que el equipo colombiano llegará a la final. Tal vez llegué a cuartos. Y, sinceramente, es mejor que ni lo haga. Si lo hiciera, el país se volvería un caos completo. La gente saldría a las calles con su camiseta y con cerveza y aguardiente a festejar. Sí. Al pueblo hay que darle fiesta. No saldrían jamás por la corrupción actual, por los daños ambientales, por la injusticia. Al pueblo hay que darle fiesta para recordarle lo feliz que debe ser. Si ganáramos, demostraríamos una vez más lo poco informados que estamos, lo poco que exigimos, lo poco que hacemos y lo poco que nos importa el país.
Los muchos programas y documentales de fútbol ahora recluyen seguidores. Los hombres hacen sentir su valía haciéndole creer a la gente que saben de fútbol. Las mujeres o se alejan de los temas y los televisores o demuestran a través de su gusto por el fútbol porqué serían las esposas perfectas (además de cuidar la casa y los niños, quizá trabajar, ¡saben de fútbol!). Y todos estos programas, de nuevo, distraen al individuo de lo que realmente es importante, por lo que realmente debería salir a las calles.
Además, al fútbol se le da tanta lata que la gente difícilmente conoce otros deportes. El monopolio del deporte llega a extremos absurdos que la gente acepta y de los que alardea con alegría. El fútbol es secular y machista, y en el caso colombiano busca la división en términos de género. Para las mujeres ya hay consejos sobre no molestar a su esposo, novio, padre, hermano, y más bien pasarle una buena cerveza y limpiar el desorden de los amigazos correspondientes (Me encontré ese artículo en un dizque periódico importantísimo y con gran trayectoria en el país. Uno que se llama, El Asistente, o algo así. Sin paréntesis). Para los hombres está, más bien, no desprestigiar a la mujer por la aparente ignorancia sobre este maravilloso deporte de reglas básicas muy conocidas y de tácticas poco conocidas y de influencias estrella poco mencionadas.
No lleno ningún álbum. No soy hincha de ningún equipo. Jamás llevo puesta la camiseta de ningún equipo. Espero el mundial dos días antes de que empiece. No soy fanátic de ningún jugador. La única que vez que fui al estadio fue para reencontrarme con una exnovia en un concierto de quinta. He perdido todo el fútbol.
Hemos perdido humanidad.
Tengo un recuerdo borroso: Argentina-Brasil. Minuto de reposición. Gol. Gana. No recuerdo quién gana. No quiero indagar en la veracidad del recuerdo. El fútbol es pura creencia.
Dejo de pensar el fútbol. Pienso en los homosensuales ¿Qué estarán haciendo? Le digo a mi novia vamos, vamos a hacer el amor que la noche está fría que quiero sudar para dormir con tranquilidad y soñar con persecuciones y Mustang del 67.
–No esta noche– me dice.
Ella sabe que esto es político.
Pd: si quiere conocer la “Historia” del fútbol diríjase a Wikipedia.