El dolor sin cura de Marcelita, la niña consentida de Lucho el embolador

El dolor sin cura de Marcelita, la niña consentida de Lucho el embolador

La realidad que vivió fue peor que la de la novela: pidió limosna con el rostro desfigurado por las llamas, mientras su papá ganaba centavos embolando frente al Congreso

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abril 06, 2019
El dolor sin cura de Marcelita, la niña consentida de Lucho el embolador

Para los televidentes que aman ver la novela 'La Gloria de Lucho', saben que uno de los pilares de la serie es Marcelita, la hija de Lucho, quien sufrió quemaduras fuertes cuando era pequeña aún. En la vida real esta mujer ya oscila los 40 años y es la hija mayor del exconsejal Luis Eduardo Díaz.

"Papá, yo no quiero que me rechacen más cuando voy a conseguir trabajo, ni sirvo para tener de jefe a nadie, ayúdeme con un carrito de dulces, yo me consigo mi esquina y me gano la vida". Miró a su padre y le dijo eso. Desde ese día esta mujer no ha dejado de mostrar su templanza, perseverancia, berraquera y persistencia un solo día.

La llegada al mundo de esta mujer fue difícil: nació de pie. Su madre fue la persona que la recibió, había sido un parto difícil. Pero eso no fue lo único, pues cuando tenía un año de vida, un incendio arrasó con todo lo que tenían en su hogar. En la cocina nació el fuego, se prendió con cocinol, y empezó a abrasar todo lo que tenía a su alrededor. La casa, hecha de guadua y paja, quedó incinerada pero lograron salvar a Marcela, no sin antes haber tenido unas quemaduras sumamente graves. Fue su abuela quien logró rescatarla. Temieron por su salud, incluso llegaron a dudar si lograría sobrevivir. El resultado de eso fueron quemaduras gravísimas en su rostro y en el 70% de su cuerpo, y una época de robos para su padre pues era la única forma de costear la droga que ella necesitaba. Él terminó pasando 18 meses en prisión: en La Modelo y luego en la Colonia Penal de Oriente en el Meta.

Ya grande, Marcela comentó para una entrevista que los buses la dejaban con la mano estirada porque pensaban que se iba a montar a pedir limosna o a vender productos. "Me ven la cara desfigurada y, entonces, piensan que voy a subirme a pedir limosna. A veces, incluso, me toca llamar a mi papá para que él pare el bus". La discriminación que ha vivido ha sido la que la ha empujado a moverse en temas políticos, y ha realizado campañas contra la discriminación.

Aunque Laura Torres, la actriz que la personifica, ha hecho un excelente trabajo, es una tarea difícil representar toda la vida y empuje que Marcelita realmente tiene. Ella es la persona a la que su familia acide para pedir un consejo, sobre todo su padre, quien como un niño pequeño y travieso del mundo busca un consejo y el gran amor que solo puede entregarle el alma, corazón y persistencia que tiene Marcela.

 

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