Llegó a la Tanatología hace 15 años cuando decidió hablar de un tema difícil derivado de una habilidad extrasensorial de nacimiento que a Esperanza Cruz le permite ver lo que muchos no pueden ver cuando se conecta con el lado espiritual de las personas.
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Desde muy pequeña, cuando tenía 5 años, Esperanza Cruz comenzó a experimentar esa sensibilidad cuando un amiguito falleció violentamente por un impacto de bala, vio su muerte en el mismo instante en el que ocurrieron los hechos y su familia pensaba que debían llevarla a donde un sacerdote para que le hiciera un exorcismo.
Esperanza se dedicó a estudiar la muerte y encontró la Tanatología. Según el diccionario médico, “se define como el conocimiento científico de la muerte, sus ritos y significados concebidos como disciplina profesional, que integra a la persona como un ser biológico, social y espiritual para vivir en plenitud”.
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Por eso después de estudiar, todo es normal para ella y a veces son esos seres o espíritus que ya se fueron los que la buscan para poder alentar a algún familiar siempre y cuando la persona tenga disposición para hablar sobre lo que le está pasando.
Todos los días son un desafío para Esperanza Cruz porque llega un paciente y no sabe qué va a atraer, a quién va a ver, cuál es la historia o qué va a decir. El tema es ponerse en los zapatos de la persona a quien va a escuchar.
La experiencia más complicada y difícil por la que ha pasado fue la de unos padres que sufrieron la muerte de un hijo por un aneurisma cerebral y unos meses más tarde, en un accidente de tránsito, fallecieron los otros dos hijos.
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Historias como dolorosas similares la tocan mucho por ser madre hasta el punto de que hay momentos en los que las personas, entran a un lugar y dicen, por ejemplo, “se me erizó la piel”, pues es muy característica la energía de un espíritu que enciende la luz, el televisor y suceden cosas que no es normal que ocurran como si la persona estuviera presente.
La tanatóloga Esperanza Cruz bien sabe que todas las personas, en el momento de morir, hacen un recorrido espiritual. Salen de su cuerpo y se despiden. Es algo normal, pero la impactó mucho también el caso de un niño que se metió en una caja, la cerró y murió asfixiado en posición fetal. Estaba jugando a las escondidas y los papás pensaron que se lo habían robado.
La muerte para Esperanza Cruz es nacer al cielo y todas las personas tienen una fecha que no sucede en forma accidental, sino que es como una especie de fecha de vencimiento.
Trabaja a domicilio y también en su consultorio en Cajicá o en Bogotá. Todos los días ve dolor porque hace el acompañamiento en el final de la vida. Hay momentos en los que no puede hacer su trabajo y se lo dice al paciente porque, según ella, no puede ser salvavidas de todo el mundo y hay personas que llegan con inclinaciones esotéricas exigiendo que la conecten con su ser querido todo el tiempo, o existen otros que llegan buscando que les adivinen el futuro y ese no es su trabajo.
“Hay gente que piensa que si me conecto con los espíritus soy un demonio o me dicen que eso es brujería, pero para mí, tener esta sensibilidad es algo maravilloso, que me lo dieran con un punto más alto que los demás. En mi conexión con los espíritus logro percibir imágenes que me llegan y puedo entrar en conversación con ellos. Son habilidades extrañas para la gente, pero cuando se habla de visión clara, es la clarividencia y es poder ver física y mentalmente imágenes que me va mostrando el espíritu y reconocer ciertas cosas. No se trata de adivinar. Esta habilidad la integró a un proceso de duelo y no en todos los procesos se hace esa conexión, pero si en la gran mayoría, me llegan imágenes muchas veces sensoriales en el cuerpo”.
Durante la pandemia, Esperanza Cruz tuvo muchas sensaciones fuertes en el pecho y en la garganta por la impresión que tiene un espíritu antes de salir de lo último que vivió en su cuerpo. Esto significa que en ciertas partes del cuerpo, ella siente las mismas sensaciones del espíritu. Por ejemplo, se le duerme una extremidad cuando hay mutilaciones, ante una muerte violenta, siente una presión muy fuerte en la cabeza, un disparo, o le arde la mano cuando quiere decir que murió quemado y esas son cosas que le permiten, pero no se hace con todos los pacientes. “Es algo mágico”, comenta.
Quienes llegan a ella es porque el cielo así lo ha dispuesto y desde ese lado siente primero a los espíritus de la persona que vendrá a una consulta. “Es algo loco, pero así funciona y muchas veces veo la figura de la persona si era delgada, calvo o con bigote. Algunas veces, los espíritus son agresivos por los apegos a muchas cosas que no abandonan, el espíritu queda en un limbo y allí le ayudo a reconocer que no tiene un cuerpo”. Cuando se trata de un niño, la sensación es de alegría absoluta, de colores. Es algo muy bello, las conexiones le han mostrado lugares y espacios divinos, mágicos como el paraíso.