No hay un mayor sentido implícito de inferioridad en la sociedad de hoy, que la apremiante necesidad de querer ser incluyente. Y lo digo con plena conciencia de las criticas que se puedan avecinar al respecto.
Es curioso darnos cuenta como la diferencia necesita ser inútilmente exaltada, para determinar el nivel de respeto que se le debe otorgar una persona de un determinado género, raza y condición sexual, como si de por sí, el respeto mereciese únicamente aplicarse a aquellos seres que abiertamente lo reclaman. ¿Acaso el mismo nivel de respeto que se le debe dar a una mujer, a un homosexual, a un bisexual, a un transexual, no se le debe de ninguna manera otorgar a un hombre, niño o anciano? ¿Qué hace que una mujer y una persona no heterosexual se perciban como individuos objeto de derechos y respeto, pero los demás no?
Es tonto llegar incluso pensar desde el campo del lenguaje, que la palabra TODOS únicamente incluye a los varones, cuando lo que en verdad pretende este simple término, es agrupar a mujeres, hombres, niños, ancianos, heterosexuales, homosexuales, bisexuales, transexuales, etc, sin marcar ninguna distinción biológica, ideológica, intelectual y emocional, ya que su sincero y mero propósito, radica en igualarnos a TODOS los individuos como personas que poseen unos deberes y derechos fundamentales, los cuales sin duda, se deben respetar y acatar. Cambiar la palabra TODOS por TODES es marcar una clara exclusión y no inclusión en la sociedad; es auto - percibirse clandestina y esquivamente como un ser inferior, que necesita vociferar su propia diferencia para reclamar un nivel respeto, que ha podido tener ya, desde el momento mismo de su nacimiento. El simple hecho de ser un ser vivo, lo hace acreedor de este derecho, sin tener en consideración otros aspectos.
Lo “incluyente” también es una forma de discriminación oculta y socialmente aceptada. ¿Por qué una mujer merece ocupar un empleo de alto nivel, por el simple hecho de ser mujer y no por su capacidad intelectual, sus habilidades, aptitudes y actitudes? ¿Acaso no existe ninguna mujer que pueda llegar a igualar a un hombre, que posea las cualidades antes descritas? Darle un cargo u empleo de alto nivel a una mujer por ser mujer, es un indudable hecho de discriminación y desigualdad; es una vulgar y tácita forma de catalogarnos como seres inferiores, cuyo único merito, es el género con el que hemos nacido. Si somos iguales – no en términos biológicos-, a los hombres, entonces ¿por qué no podemos competir habilidosamente con ellos, excluyendo todos los aspectos del género? ¿Por qué debemos gritar que las mujeres se respetan, cuando todo individuo independiente de su raza, religión, condición sexual, edad, género, clase social, identidad cultural y demás, no mereciese gozar de ese mismo derecho y de todos los deberes que la ley nos atribuye?
Hubo un hecho muy lamentable en Argentina, donde dos mujeres no solo asesinaron a un niño de 5 años, sino que lo violaron y torturaron ¿Por qué las feministas que promueven la igualdad de derechos, no promovieron la condena contra estas dos criminales? ¿Las mujeres y la comunidad LGBTI que dicen querer tener los mismos derechos que los demás, consideran que no deben tener las mismas obligaciones que los otros individuos? ¿Por qué el crimen debe catalogarse y castigarse de acuerdo con el género de la víctima, cuando todo acto que atente contra la vida e integridad de otra persona debería castigarse severamente por igual? ¿Acaso las mujeres y la comunidad LGBTI están exentos de cometer delitos y crímenes y solo pueden ser víctimas? ¿Por qué pretenden ser “incluyentes” en una sociedad en la que el respeto e igualdad de oportunidades y obligaciones, deben estar garantizados de por sí, para la sana convivencia? Lo exhttps://www.infobae.com/sociedad/policiales/2023/01/23/caso-lucio-dupuy-la-verdad-de-por-que-la-justicia-permitio-que-el-nino-viva-con-sus-presuntas-asesinas/
Lo incluyente termina en toda forma siendo excluyente, porque marca una diferencia en términos de deberes y derechos, que no debería bajo ningún modo existir, ya que si bien hay múltiples identidades y modos de reconocernos, todos en la sociedad deberíamos gozar por ley de los mismas obligaciones y oportunidades, tales como ser dignos del respeto, el tener un trabajo digno, el poseer un determinado modo de pensar, el seguir una creencia o religión, el poder vestirnos como eligiéramos, etc. Lo “incluyente” no termina siendo más que una forma de discriminación social; una manera excluyente de asumir el mundo de los derechos y deberes.