Una tromboflebitis aqueja a Juan Alberto, que de los 30 años que tiene, 10 de esos los ha dedicado a consumir heroína todos los días. Se arrepiente, sabe que lleva una porquería de vida, como él mismo la cataloga. Además, espera que los que hasta ahora comenzaron deserten de consumir porque "después de tres meses de estar consumiendo vas a desear la muerte", lo cual dijo viendo fijamente a la cámara y esperando que todavía haya una esperanza para él.
Así actúa esta droga que no tiene la más mínima compasión con la persona que la consume, lo más preocupante es "que hay gente que se inyecta mucho la primera vez y se muere" dijo el director de la unidad de toxicología de la Universidad Nacional Miguel Cote, que ha tenido casos de personas que por fortuna han logrado salir del infierno que les causaba la heroína.
Hablé con dos consumidores y fui testigo directo de cómo es su consumo y de las melancolías y desgracias que los acompañan, entre ellas ser consientes de cuántos amigos consumidores han perdido porque la heroína les ha arrebatado la vida, tener recuerdos de su relación, fotos de sus momentos y aunque todo esto lo cargan día a día, sabiendo que los siguientes pueden ser ellos, no se sienten capaces de dejar la sustancia.
En Colombia, estos relatos de dos yonkis, como se les llama a los consumidores, son apenas unos pocos ejemplos del gran problema que existe en el país, pues las autoridades ya han identificado ocho zonas preocupantes donde el consumo está disparado. Jenny Fagua del Ministerio de Justicia, dijo en esta segunda parte del especial sobre la heroína de Testigo Directo que Colombia ha declarado dos veces una alerta de salud pública por el consumo de heroína lo que representa que el problema ya es inminente.
Por medio de ONG que han venido trabajando para hacerle frente a este flagelo se ha mitigado en pequeños rasgos el problema; sin embargo, en un país tan grande una acción pequeña tiene un pequeño impacto y una gran ayuda es trabajar el problema de manera integral, prevenir y acoger a los consumidores tratándolos como enfermos y no como delincuentes.