Por allá en el 2008, cuando Cristopher Nolan estrenó El caballero de la noche, la segunda parte de la trilogía de Batman, creíamos que las películas de superhéroes, en un futuro cercano, podrían ganarse una Palma de Oro en Cannes. El Batman encarnado por Cristian Bale y con villanos tan poderosos como el Joker de Heath Ledger, nos hacían pensar que las pelis de franquicias como DC podrían ser tan densas y oscuras como las primeras películas de Alex Proyas. Nada de eso pasó.
Al ver la cantidad de plata que le dejó a DC la trilogía de Nolan, Marvel se lanzó a hacerle competencia con su serie de Vengadores y la industria cambió. Ya un estudio considera que es mal negocio hacer una película que valga menos de 100 millones de dólares. A mayor inversión, mayor será el beneficio. Endgame, la última de la serie de Avengers, costó, contando gastos de publicidad y distribución, algo mas de 400 millones de dólares. Las ganancias que dio fueron de 2.798 millones. Spiderman sin regreso a casa, estrenada a mediados de diciembre, ya supera esta cifra y está cerca de ser la tercera más taquillera de todos los tiempos. La felicidad de algunos es la tristeza de otros. Con una inversión de 200 millones de dólares el remake de Spielberg de West Side Story, no llegó ni a los 100. Es como si los muchachos, que son los que masivamente van al cine, sólo quisieran ver historias sobre encapuchados con poderes y le dan la espalda a cualquier película que tenga como protagonistas a seres humanos. Y ni siquiera las películas de superhéroes que tengan algún tipo de belleza captan la atención del gran público.
Porque mientras los fanáticos de Spiderman no salen de su asombro –su estúpido asombro- de haber visto en una escena a tres machos en trusa vestidos de Hombre Araña, una película como Eternals tiene que pasar por el infierno de la indiferencia. Si existiera Dios, las películas de superhéroes serían así, una metáfora de la antigua mitología griega, dirigida por una de las directores con mayor proyección en Hollywood, como la china Chloé Zhao, quien a sus 39 años conoció la gloria de Hollywood, ganando un Oscar por la sobredimensionada Nomanland, y produciendo el peor desastre en la historia de Marvel.
Es que, una vez Robert Downey Jr afirmó que ya había ganado la plata suficiente como para no trabajar en otro proyecto que no le diera gloria artística y abandonó los Avengers, Marvel empezó a planificar cómo hacer para renovar la franquicia. Por eso se puso manos a la obra y reunió un elenco con actores no tan reconocidos en Hollywood, con excepción de Angelina Jolie y Salma Hayek. Se invirtieron 300 millones de dólares en hacer una película más emparentada con Furia de titanes o los viejos filmes de Ray Harryhausen que con la saga de Vengadores. Una película que arranca hace 4.000 años en Mesopotamia y cuya directora escoge para dar inicio a los créditos una canción con el poderío de Time de Pink Floyd. Sin embargo a los básicos seguidores de Spiderman los saltos en el tiempo, la ambigüedad de los personas –que se transforman de héroes a villanos- y la complejidad de la diosa que encarna Angelina Jolie, sencillamente los desubicaron. Además, eso de usar actores de carácter, de que no exista un malo definido, es una afrenta a las mentes afiebradas que aún siguen coreando, como si de un partido de fútbol se tratara, los nombres de los que para ellos son los mejores actores de todos los tiempos: Tom, Andrew y Tobey.
El resultado es que a los pocos que nos gustó ver como Marvel se metía en la intrincada noche en la que Hernán Cortés desató un infierno en Tenochitlan, en la crisis que produjo la caída de Babilonia, corremos el riesgo de que Eternal sea cancelada en su segunda y anunciada parte y que la franquicia tome el terreno seguro de seguir explotando multiversos y a Tom Holland en nuevas series y precuelas y secuelas. Lo triste es ver como a Chloé Zhao, la fórmula de hacer una película para el gran público y otra para ella, puede peligrar su estabilidad e independencia como artista.
El fin está cerca y lo predijo Ben Affleck: pronto se harán solo 40 películas al año: 20 serán de Marvel, 20 de DC. Los proyectos serios serán miniseries de tv. El fin está cerca.