En días pasados, durante su visita a Colombia y en el desarrollo de la conferencia “200 años del nacimiento de Thomas Reed: su obra en Ecuador”, el investigador Alfonso Ortiz Crespo —cronista de la ciudad de Quito— habló de la importancia de la obra y legado de este destacado arquitecto e ingeniero.
“Thomas Reed es un personaje que une a Colombia y a Ecuador”, con esta frase el también arquitecto Alfonso Ortiz inició su exposición sobre la obra y legado de Reed en las dos naciones sudamericanas tras explicar que la intención de la Maestría en Conservación del Patrimonio Cultural Inmueble de la Universidad Nacional, organizadora del evento, consistió en resaltar la figura de este notable arquitecto en el marco de la conmemoración del bicentenario de su natalicio.
En Colombia, Reed diseñó el Capitolio Nacional —una de las edificaciones más representativas de la arquitectura republicana y neoclásica en Bogotá— y la antigua Penitenciaría de Cundinamarca, albergue hoy del Museo Nacional de Colombia. Así mismo, diseñó la sede de la Sociedad Filarmónica de Bogotá, el obelisco ubicado en la plaza de Los Mártires, algunas casas particulares entre las que se incluyen la casa del poeta Rafael Pombo y algunos puentes sobre el río San Francisco y San Agustín, en la actual Avenida Jiménez.
No obstante, la mayor parte de sus obras, pioneras de la transición de la arquitectura colonial a la republicana, ha desaparecido. Las casas fueron demolidas y los puentes enterrados cuando se canalizaron los ríos; solo el monumento de Los Mártires, aunque restaurado, sigue en pie.
En Ecuador, a finales de 1861, fue nombrado “arquitecto de la nación”, cargo en el que llegó a desarrollar un sinnúmero importante de obras de arquitectura e ingeniería entre las que se cuentan la Penitenciaría Nacional (1869-1874), el edificio moderno más grande construido en el país hasta ese entonces.
Este panóptico, que tenía seis brazos y contaba con más de 300 celdas distribuidas en tres niveles, buscaba hacer frente a la compleja situación del sistema carcelario ecuatoriano, pues, según Ortiz Crespo, “la situación era desastrosa porque el sistema —en manos de las municipalidades— estaba lleno de vicios, corrupción y carencias”.
Otras obras de singular importancia en Quito a cargo de Reed fueron el puente y túnel de la Paz que sustituyó el puente de los Gallinazos; el puente de Jambelí, el más grande construido hasta 1865, con más de ochenta metros de longitud; el edificio para la Escuela de Bellas Artes y Conservatorio Nacional de Música, aún existente en la calle Chile. Además, diseñó y dirigió la construcción de la capilla dedicada a Mariana de Jesús en la iglesia de la Compañía de Jesús y planificó la nueva ciudad de Babahoyo, destruida por un incendio en 1867.
Entre las casas que construyó se cuentan, aún en pie, la del expresidente Gabriel García Moreno y la del general Ignacio de Veintemilla, y otras desaparecidas como la del rico comerciante Pedro Pablo García Moreno.
Reed era masón y poseía un sobrio estilo neoclásico, bastante mesurado, producto, tal vez, de su presunta formación en Alemania, asegura Ortiz Crespo, quien es uno de los coautores —junto a Alberto Saldarriaga y José Alexander Pinzón— del libro En busca de Thomas Reed. Arquitectura y política en el siglo XIX, una investigación sobre la vida y obra de este reconocido arquitecto que fue editada en Bogotá en diciembre pasado.
Para concluir, el investigador dice, parafraseando al arquitecto Alberto Saldarriaga, que el aporte de Reed “fue temprano y su herencia perecedera”.