Es Petare. Niños jugando en la calle, banderas de Venezuela revuelta con efigies de Hugo Chávez en cada esquina. Allí vive la Gran Yolba, la médium de confianza de Hugo Chávez y, después de su muerte, de Nicolás Maduro. Periodistas tan connotados como Gerardo Reyes afirman que el régimen no toma decisiones sin antes consultarle a la hechicera. Allí los hombres de confianza de Chávez llevaron en el 2008 a Piedad Cordoba.
Esta mujer descomunal de cincuenta años, tiene el poder de sacar de la muerte a Bolívar y hacer bajar su espíritu. Por intermedio de él interviene el futuro, analiza el pasado. A pesar de tener clientes tan poderosos Yolba vive en una casa sucia, con olor eterno a Matadero, en el populoso barrio de Petare en Caracas, el lugar más chavista de la tierra. Los hombres de Chávez, para estar seguros de la importancia histórica de la senadora liberal, le preguntaron a Yolba por Cordoba y de su boca salió la sentencia: ella será la primera mujer presidenta de Colombia.
En esa época, 2008, las relaciones entre Colombia se habían tensado en puntos inimaginables. El bombardeo en marzo de ese año al campamento de Raúl Reyes en territorio ecuatoriano había ahondado aún más las diferencias entre la Revolución Bolivariana y la Seguridad Democrática de Uribe. Por eso Córdoba servía de único puente entre empresarios colombianos afectados por la retención de millones de dólares en CADIVIS y hasta para encontrar un interlocutor entre las FARC y el gobierno Uribe. Allí Cordoba conoció y se hizo muy cercana de nombres tan controvertidos como el del empresario barranquillero Alex Saab del que recibiría una comisión del 10% por ayudar a recuperarle 20 millones de dólares que tenía represado el régimen chavista.
Así que desde entonces Piedad y la Gran Yolba tuvieron una cercanía. La senadora no sólo iba a pedir consejo sino a pedir por aplastar a sus enemigos. Reyes afirma en su libro que Yolba ponía sobre una mesa cochambrosa una lengua de res, en algo parecido a un sacrificio de animales: “Tomó una lengua de res, se la puso entre las piernas y “empezó a insertar clavos en ella, diciendo el nombre de sus enemigos para callarles la lengua… Luego tomó un corazón de vaca que también perforó con clavos oxidados’”.
Los hombres de las FARC en su momento acudieron en su ayuda para pedir por la salud de comandantes como Jesús Santrich, al que le pedía algo tan improbable como que le devolvieran la vista al guerrillero o que le ayudaran a encontrar la espada de Bolívar.
Los rituales de santería son parte de las creencias yorubas de la exsenadora quien no ha negado las afirmaciones de Gerardo Reyes.
