Ahora que está formalmente anunciada la negociación con el ELN, resulta elemental hacer una revisión de las lecciones aprendidas en las gestiones previas, de las alertas tempranas, de lo que está pasando y en lo que creo que va a terminar esta cosa tan complicada que se está viendo hoy con los resultados del plebiscito.
En primer lugar, ya se anunció la intención de negociación con el ELN lo cual, a diferencia de la negociación con las Farc, resulta plausible y lógico para evitar los malestares obvios de un anuncio después de cierto tiempo-gestión. Ya no suena a que se están haciendo cosas a espaldas de la gente; al parecer se comienza con transparencia. Entonces, algo se aprendió aquí. Hagamos una lista rápida y muy por encima de esos aprendizajes:
- La formulación de cosas muy ambiciosas
- Falta de claridad
- Involucrar a todos los sectores de la sociedad
- Lo que se hizo en cuatro años no se puede cerrar en una semana
Y es que más allá de las vanidades de muchos, hay una realidades inocultables. El acuerdo de paz de La Habana, como me dijo un amigo, era una mesa de tres patas inestable; con el plebiscito se volvió de cuatro pero irreconciliable; como mesa bailadora: pata 1, Gobierno; pata 2, Farc; pata 3, Pastrana-Ordoñez-Martha Lucía; pata 4, Uribe (que no creo que esté apartado de la pata 3, sino que es una fuerza particular con o sin ella). ¿Ustedes saben quién las pone de acuerdo? Si se trabajara un punto de desacuerdo por día, cosa imposible, se juntaría con la campaña presidencial que para entonces, a mediados del año entrante, comenzará a perfilarse.
Ahora, en el acuerdo que se comienza con el ELN existen algunas debilidades que podrían reconsiderarse para garantizar un proceso más ágil o menos tortuoso que el de las Farc. Pero aquí no nos podemos llamar a engaños. El ELN quiere un proceso para lucirse y no una prolongación del de las Farc; Quito no es La Habana.
Primero, hay que llamar las cosas por su nombre. Esto no es un “proceso de paz con el ELN”, pues la definición de paz tiene muchas variables, como lo anoté en mi columna anterior. Esta es una negociación de “no ataque” o “no guerra”, para que nadie se llame a errores. En segundo lugar, aun no ha habido un consenso (que yo sepa) sobre los requerimientos comunes.
Para contextualizar el ejemplo en el entorno corporativo, dos proveedores del mismo insumo tienen lo que se llama “características inherentes” de su producto, lo cual lleva invariablemente a que existan bases comunes de negociación. Las conversaciones con el ELN sin estas bases comunes de negociación serían aceptables si esto fuera solamente una fase exploratoria. Pero esta fase parece ya haberse superado, por cuanto ya incluso está nombrado Juan Camilo Restrepo como Jefe negociador. Así las cosas, no se ha acabado de definir la negociación con el “proveedor Farc” y se quiere negociar el mismo producto con el “proveedor ELN”.
Otro punto a tener en cuenta: Los principios de negociación de Category Management corporativo alientan (y casi que obligan) la especialización de los negociadores en sus temas. Con base en esto, resultaría muy positivo que en las negociaciones de Ecuador hubiera por lo menos uno o dos representantes del equipo negociador de La Habana; por lo menos en su fase inicial. Dos equipos negociadores trabajando cada uno por su lado para obtener el mismo bien o servicio no garantiza que ambos traigan el mismo resultado.
Tal vez la lección aprendida más importante es la aprobación de la negociación o en otras palabras la ya muy trillada divergencia entre el Sí y el No del proceso Farc. ¿Quién va a avalar las negociaciones de Ecuador? ¿Habrá otro plebiscito? ¿Habrá un claro plan de comunicación del Gobierno con el pueblo respecto a los avances e implicaciones de los resultados? De ser un proceso similar, ¿quiénes serían los voceros de Sí aprobar o No aprobar estos acuerdos? Son muchas las incógnitas derivadas del polémico Sí-No que deberían tenerse en cuenta como lecciones aprendidas para evitar caer en los mismos errores de improvisación y/o polarizar (aún más) al país.
No sobra considerar lo concerniente al terreno de negociación. Es bien sabido por los expertos en negociación que lo mejor es el terreno neutral. Si bien ya no volvimos a caer en “el pecadillo” de La Habana, seguimos cediendo en el terreno con tendencia socialista. Habida cuenta del apoyo del Presidente de República Dominicana (en calidad de Presidente de la CELAC – escenario de diálogo y concertación política), hubiera sido sensato escoger ese país democrático (u otro como Panamá, Costa Rica, México) como sede de las nuevas conversaciones o como uno de los países garantes. Esa lección la aprendimos a medias.
En cuanto a alertas tempranas, ya tenemos experiencia con el proceso previo que la gente ya no traga entero. Debe haber comunicación clara sobre los avances y todo lo dicho anteriormente, pues ya se escuchan voces de marchas en diferentes escenarios y con diferentes propósitos. El proceso con el ELN no debe permitirse hacer caso omiso de los movimientos cívicos, políticos y sectoriales que ya se han hecho visibles por cuenta del proceso Farc.
La soberbia, prepotencia, excesiva confianza
y comunicación no asertiva son lecciones aprendidas
que no se deben repetir en Ecuador
Finalmente, la regla de oro de la negociación: ¿Cuál es el Plan B? ¿Qué pasa si no llegamos a un acuerdo? ¿Debemos ceder en todo para llegar a un acuerdo? ¿”El fin justifica los medios”? Si bien el triunfo del No sobre las negociaciones Farc prácticamente obligó al Plan B renegociar, cosa que muchos “expertos” decían que era imposible, este resultado parece más un efecto del azar que de un Plan B bien estudiado y analizado. Aquí hay otra lección aprendida de enorme importancia para los negociadores: no se confíen en que el resultado de las conversaciones en Ecuador tendrán aprobación garantizada. La soberbia, prepotencia, excesiva confianza y comunicación no asertiva son lecciones aprendidas que no se deben repetir en Ecuador.
Ahora, dicho todo lo dicho, pensando que no va a haber acuerdo entre el Sí y el No (que es lo más seguro) y que se junta con las próximas elecciones presidenciales; que está comenzando el proceso con el ELN del que no sabemos mucho y que si las cosas siguen como van a mitad del año entrante estaremos nuevamente enfrentados en armas con las Farc, ¿saben qué es lo único que arregla todo este arroz con mango? Un referendo, así no lo quieran. Es el único escenario y se gasta un año más.
¿Y qué hacemos con todo esto si gana Trump que es antiterrorista? Las elecciones presidenciales de Estados Unidos ya se vienen y Obama va a dejar el poder sin sacar a las Farc de la lista Clinton. ¿Entonces?... Qué cosa tan complicada.
¡Hasta el próximo miércoles!