En realidad, la guerra no debería ser vista desde puntos de vista morales o ambientales solamente. La guerra es un negocio, del cual viven en Colombia numerosos sectores sociales. Se benefician de ella contratistas, proveedores de municiones y partes para armamento, equipos, carpas, materiales y complementos de campaña.
Por otro lado, las guerrillas y los grupos paramilitares se benefician en cuanto a la obtención de financiación gratis y hasta enriquecimiento por apropiación de bienes, dinero, ganado. El gobierno colombiano recibe ayuda de EEUU en armas y dinero solo por mantenerse en guerra contra la guerrilla comunista.
Desde este punto de vista, los tratados de paz, como el firmado con las FARC en 2016 son un fracaso para los sectores sociales que viven de la guerra. No estarán de acuerdo con que se extienda ese tratado con el ELN; se niegan, como se negó Duque, a cumplir el acuerdo en numerosos aspectos que implican financiación de campo en infraestructura y cooperativas campesinas.
En realidad, este gobierno pensó que invertir en el cumplimiento del acuerdo era perder y seguir con la guerra era ganar. Pero esta es una actitud que piensa en beneficios a corto plazo y nunca en los beneficios que trae la paz y que son siempre a largo plazo.
De los candidatos actuales, intentando agruparlos según si están dispuestos a invertir en la paz, tenemos tres grupos. Dentro del primer grupo se encuentran Federico Gutiérrez, los candidatos de derecha como Gómez, Betancur y Rodríguez.
Estos, por más que lo escondan o no lo escondan, quieren continuar con la guerra, afianzan la existencia de un enemigo interno que es necesario aniquilar y enfocarían el presupuesto público destinándolo a combatirlos descuidando las otras necesidades. Son candidatos anti diálogo. Adicionalmente, Veo una relación directa entre el grupo de los que quieren continuar con la guerra y la política del continuismo y las maquinarias.
Veo otro grupo blando, es decir, susceptible de dialogar con los grupos que quedan (ELN y Segunda Marquetalia), que son Rodolfo y Sergio Fajardo.
Sabemos que no van a ganar, pero es importante analizarlos, aun así, porque pueden ser parte de los gobiernos elegidos o como senadores. Este grupo no puede ubicarse directamente como amigos del diálogo, porque en el pasado han tenido comportamientos diferentes. Fajardo en Antioquia no fue amigo del diálogo con las comunidades y mantuvo la seguridad auxiliado por la derecha.
Un tercer "grupo" de candidatos, una tercera posición la compone Petro, que por su propuesta ambiental, social y económico-sostenible, quiere romper con la guerra, prefiere ganar impopularidad a corto plazo, para acceder a los beneficios a largo plazo de la paz.
Beneficios que se ganarían en inversión, pequeña y mediana empresa, aumento de la producción en el campo y que utilizaría la ayuda de EEUU mejor, para programas de agroindustria, si es que ese gobierno está interesado de verdad en la paz de Colombia.
Si no es así, no tenemos otra alternativa que frenar la guerra, que ya de si por sí es un beneficio, porque parte del presupuesto de la Fuerzas Armadas se vendría para educación, salud y ciencia.
El verdadero negocio es la paz, no la violencia que le venden a la gente. La venta de la guerra como propuesta presidencial está basada exclusivamente en propaganda vacía y en inculcar miedo a la población, pero tiene como fin el dinero sin que le importe que la sangre siga corriendo. Está en nuestras manos.