La guerra no es contra el virus

La guerra no es contra el virus

Es contra la ausencia de un sistema de salud eficiente, la falta de agua y sistemas de alcantarillados para todos, entre muchas otras cosas

Por: Pancho Castro
abril 03, 2020
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La guerra no es contra el virus
Foto: Leonel Cordero / Las2orillas

En realidad, no estamos en “guerra” contra ningún virus, o mejor, estamos en “guerra” contra un virus para evitar tener que hacerle la guerra al enemigo real. El problema no es el coronavirus ni ninguna otra enfermedad; al día de hoy, en Colombia ha muerto más gente por la malaria que por el coronavirus, sin embargo, nadie le ha declarado la “guerra” a la malaria. Decía, el problema no es el famoso virus, este es el chivo expiatorio, el problema es el sistema de salud y, en general, el sistema capitalista, neoliberal, inhumano, que en todo el mundo ha llegado a su punto máximo de crisis, que hace agua por todos los costados y que está demostrando que es incapaz de seguir manejando al mundo como hasta ahora.

Una salud mercantilizada, puesta al servicio de los millonarios, es lo que está generando esta crisis. Ellos hicieron de la salud un negocio y como siempre son los pobres quienes no pueden pagar ese servicio y, por lo tanto, son los que están pagando las consecuencias. La gente no se está muriendo por el coronavirus, se está muriendo por la falta de respiradores, de laboratorios para producir las medicinas, de camas en los hospitales, de médicos bien pagados, de enfermeras, de paramédicos, de ambulancias, de medicinas, es decir, por falta de un sistema de salud eficiente y al servicio de la gente. ¿Ustedes han visto un hospital estrato 6 con los pacientes tirados en el suelo, o con falta de médicos o de medicinas?

Entonces, es mentira, no estamos en guerra, hasta ahora los gobernantes se cuidan mucho para nombrar con su nombre verdadero al problema. En España, país duramente golpeado por la crisis, Pedro Sánchez menciona el tema pero se cuida mucho en plantear la verdadera solución, al fin, la crisis que se vive no es solo culpa del P.P., los socialistas tienen mucho de culpa en el estado actual de la salud en su país. Ellos fueron los que comenzaron la política de privatización y de destrucción del Estado de bienestar que surgió en Europa después de la Segunda Guerra Mundial.

Nunca han sido los virus los culpables de las epidemias sufridas por la humanidad. Ni la Plaga de Atenas, que mató más de 150 mil personas 430 años antes de nuestra era; ni la peste antonina, que acabó con más de 5 millones de personas 130 años antes de nuestra era; ni la Peste Cipriano, en el año 251; ni la peste Justiniano en el año 542; ni la peste que azotó Europa en 1348 y que acabó con más de 50 millones de personas; ni la Influenza Española de los años 30 del siglo pasado; ni ninguna de las diferentes epidemias que han azotado al mundo y menos esta pandemia ocasionada por el coronavirus han sido culpa de los virus y las bacterias. Estos siempre han estado y estarán ahí. El verdadero responsable de las muertes ocasionadas por estas pandemias es la falta de un sistema de salud eficiente, la falta de agua potable para todos, la falta de sistemas de alcantarillados para todos los pobladores y ahora, en el siglo XXI, un sistema de salud neoliberal que convirtió la salud en un negocio.

La crisis actual no la origina un simple virus, el mundo está viviendo unos de sus periodos de más crecimiento económico, las fuerzas productivas han alcanzado niveles de desarrollo nunca antes imaginado y los medios de producción han alcanzado un nivel de desarrollo inimaginable. Entones, el problema no es la falta de recursos y de medios, el problema es, la pésima distribución de esos recursos, no es posible que el 1% de la población mundial sea propietaria del 99% de los recursos de la humanidad. Los capitalistas están aprovechando la ocasión para dos cosas, primera, quitarle la presión a la situación social que amenazaba con mandar al carajo a todo el sistema establecido y segunda, probar la capacidad de sembrar el terror en la población y controlarlos, las dos cosas se están cumpliendo.

¿Es esta crisis nueva? No, desde 1980, el mundo vive en crisis permanente, de una u otra manera los gobernantes, responsables de esas crisis, se han inventado la manera de mantener a los pueblos viviendo en el miedo, cada 4 ó 5 años, se han inventado una bacteria o un virus para sortear las dificultades del sistema financiero neoliberal, varias pandemias han sido utilizadas para generar zozobra y terror, esta, es mucho más grave porque se da en momentos en que todo el mundo neoliberal venía siendo sacudido por olas de protestas y resistencias que amenazaban con echar abajo todo el sistema establecido, entonces, la pandemia les viene como anillo al dedo, la pandemia es utilizada para sembrar terror, por eso, se encierra a las personas, hay más contagios diarios de hepatitis y se producen más muertes todos los días en el mundo por esta enfermedad y sin embargo, no nos encierran por ella, simplemente, porque esta enfermedad ya hace parte de la vida de las personas y no te pueden asustar con algo que estas viendo a diario, el Coronavirus, es el medio utilizado por los gobernantes para ocultar la escandalosa concentración de la riqueza a nivel mundial, para desmovilizar a las fuerzas que comenzaban a organizarse, para tratar de sortear la crisis económica que los agobia, miles de millones de dólares inyectados al sistema financiero mundial les da un respiro, pero, también, la crisis desnuda lo mal preparado que esta el sistema de salud mundial para enfrentar estas enfermedades, deja claro que el sistema de salud no está para curar a los enfermos sino para llenar los bolsillos de los capitalistas y esto se les puede voltear, si la pandemia se alarga en el tiempo, el miedo va a dejar de funcionar y la gente puede comenzar a movilizarse. Pero, llama la atención, la docilidad conque los sectores populares han aceptado el confinamiento y la violación a los derechos fundamentales sin protestar no proponer medidas alternativas que no signifiquen el confinamiento de las personas.

Ahora, vamos a salir mejores seres humanos después de esta pandemia, no, así como no salimos mejores seres humanos después de la peste, ni de la primera ni segunda guerras mundiales; cada vez somos más individualistas, más depredadores, y de esta pandemia saldremos a comprar el último celular y volveremos a invadir los supermercados para comprar la basura que volverá a salir de las fábricas de todo el mundo, miles de millones de personas se volverán a quedar sin agua en sus hogares porque no tendrá como pagar el servicio, miles de millones de personas se volverán a acostar sin comer y nosotros haremos los de la vista gorda, el mundo volverá a pagarle miles de millones de dólares a un futbolistas por darle patadas a un balón y les seguirá pagando salarios de hambre a médicos, enfermeras, profesores, científicos; nos seguiremos gastando miles de millones de dólares para fabricar un bombardero de última generación y no se aportará un peso para crear una vacuna que evite el contagio de un simple virus. Simplemente, porque el cambio no es un problema de deseo, sino de educación, formación, toma de conciencia y sobre todo organización, lo dijo ayer el Papa, “nadie se salva solo” y esto es lo que estamos haciendo, encerrándonos para que no nos contagien pero el contagiado que se joda, ese es su problema.

Como siempre, serán los pobres los que paguen los platos rotos de esta pandemia, que en realidad, no es una pandemia, no afecta a todos por igual, los muertos serán fundamentalmente pobres y viejos, los pobres son muchos y hay que mermarlos, los viejos, en su mayoría pensionados, son una carga muy grande para la economía; pero, además, el sistema necesita desviar la atención del problema, por eso, las medidas tomadas para solucionar la epidemia, han sido medidas represivas, encerramiento de la población y aislamiento de las personas, soluciones individualistas para un fenómeno colectivo, ¿era esta la única manera de enfrentar el virus? Seguro que no, pero era la más rápida y la que más miedo infundía, se pudo acudir a las organizaciones populares para afrontar el problema colectivamente, pero, no solo, permitimos que nos aislaran, sino, que en cierta medida estuvimos de acuerdo y comenzamos a ver en el otro el posible culpable de nuestra infección y pusimos barreras para que no se acercaran a nuestras casas y a nuestros hijos, extranjeros, vendedores informales, migrantes, pobres, lo único que nos interesa es nuestra salvación y nos importa poco lo que pase con nuestros vecinos, ya que son fuente probable de contaminación, la orden de aislamiento no tiene en cuenta a los miles de colombianos que viven del rebusque, que si no trabajan no comen, que no tienen para pagar la factura del agua y la tenían cortada, cuando pase el escándalo, estas personas quedarán en peores condiciones, sin trabajo y con las deudas acumuladas, a nadie le importa, el problema es mio y yo debo cuidarme y evitar que otro me contagie.

Pero quién dijo que toda está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón, es verdad que después de la caída del muro de Berlín, la humanidad entró en un período de individualismo total, campo propicio para que prosperara el consumismo y la depredación ambiental, hoy pocos creen en la utopía y sueñan con un mundo diferente, solidario, humanista; sin embargo, las medidas represivas tomadas para combatir el virus, no podrán ser eternas, el miedo no les va a funcionar siempre, los pueblos reaccionarán y comenzarán a exigir soluciones reales al problema de un sistema de salud inhumano; de la oscuridad de esta noche pandémica, saldrán las luces que darán claridad al porvenir, la fatídica ley 100 que en Colombia hizo de la salud un negocio, tendrá que caer, al festín de corrupción que son hoy las EPS, les llegará su tatequieto, volveremos a salir a las calles a exigir salud, educación y trabajo digno para todos, la transformación de la mentalidad de los seres humanos no es una solución voluntarista, cambiar debe ser una propuesta colectiva, popular, organizada, el terreno está abonado, la crisis ha sensibilizado a la población y cada vez es más evidente la necesidad de un cambio de sistema que reemplace a este neoliberalismo salvaje.

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