La mayoría de ellos sufre depresión, alcoholismo y pensamientos suicidas. Y es que dejar de ser miembro de los Testigos de Jehová en muchas ocasiones representa obligatoriamente dar un portazo radical a toda la vida anterior. Amigos, familia y creencias quedan atrás.
El grupo, fundado en el siglo XIX en Estados Unidos, cree que las iglesias tradicionales cristianas se han desviado de las verdaderas enseñanzas de la Biblia y que la batalla final entre el bien y el mal está en sus últimos días, donde apenas unos pocos miles podrán sobrevivir. Cuentan con más de 8 millones de fieles y su influencia sobre ellos es tremenda, hasta el punto que influye en que las familias rompan los lazos con los excreyentes “para no perjudicar la fe”.
BBC ha recopilado varios casos de personas en esta situación que se han atrevido a hablar y a mostrar la dramática situación en la que quedan una vez que dan la espalda a los Testigos.
Está por ejemplo el caso de Sarah (nombre ficticio) que sufrió violencia por parte de su pareja. Tras rehusar los ancianos de la fe a condenar la conducta del hombre, la muchacha, animada por sus compañeros de trabajo, decidió dejar atrás la relación para siempre. El resultado fue que la organización la desasoció y todos sus amigos y familiares cortaron vínculos con ella, incluidos sus padres que se negaron a hablarle y la expulsaron de casa. Se quedó sola.
Una situación parecida a la de John (también nombre ficticio) que fue expulsado del grupo por no acudir a un homenaje conmemorativo de los Testigos. Pese a pertenecer desde niño, ya en privado había empezado a albergar dudas de las creencias y estas habían crecido tras morir un amigo suyo por no recibir una transfusión de sangre debido a que la organización las prohíbe. Ha perdido el contacto con sus hijos, sus hermanos y su mujer, que fue la que testificó en su contra en el proceso de disasociación. John sigue escribiendo de vez en cuando a sus seres queridos, pero casi nunca obtiene respuesta.
Terri O’Sullivan sabe bien lo que significa estar sola. Hace 17 años su madre la expulsó de casa cuando dejó la religión y como es consciente de las dificultades que personas en su misma situación atraviesan ha decidido montar una red de apoyo que les asista y les aconseje. Asegura que la mayoría de las relaciones familiares se ven afectadas tras los procesos de disociación. Empezar de cero nunca es fácil.
Ahora lo que intentan Sarah, John o Terri es mostrar que pese a las dificultades se puede salir adelante, luchar con la soledad y empezar una nueva vida alejada de una forma de ver la religión que en ocasiones obliga a elegir entre la fe y la familia.
*Tomado de Yahoo Noticias