Los últimos acontecimientos que se están presentando en Venezuela están produciendo el regreso a la niñez en los cerebritos de dirigentes presidenciales, militares y quienes con aspavientos innecesarios se defienden sacando pecho y no proponiendo soluciones juiciosas para evitar muertes innecesarias; los invade como una enfermedad, cuando armados de juguetes navideños se enfrentaban los niños con escopetas de madera, balas de caucho, pistolas de pasta, sables de palo, sin uniformes, flacos de hambre, gritando "lo maté" o "estás herido, debes morir" y todas esas actitudes terminaban en nada o cuando la madre los llamaba a almorzar.
Gobernantes y militares sin preparación para enfrentar los problemas dialogando y entregando a todo su pueblo sin discriminaciones la satisfacción de una vida mejor, decidieron salir a jugar a la guerra de Mambrú. Parece que no se dieran cuenta que invitar a un montón de ciudadanos flacos, con hambre, sin fuerzas, mostrando a nivel internacional un potencial humano acabado, o utilizando lanchas que en estas épocas no sirven para enfrentar ninguna guerra, los desprestigia.
El poderío sobre los ríos ofendiendo a los habitantes de frontera y mostrando armas que al final no servirán para nada, solo sirven para producir una afrenta contra la gente desarmada que solo vive buscando que comer o algún dinero para vestirse o dar estudio a sus hijos.
Parece que estos gobernantes vivieran en el atraso y no se dieran cuenta de que las guerras de hoy se pueden terminar con una sola bomba nuclear que destruye lo que encuentre a su paso; entonces para qué sacrifican a sus fuerzas armadas y a civiles sin experiencia, para que al final como se ha visto en otros países, se conviertan en millones de cruces en cementerios olvidados.
Mientras unos hablan de paz, otros arman la guerra; unos aconsejan a otros, nadie escucha razones y aplican la fuerza, demostrando con eso que estos dirigentes no están preparados para dirigir masas humanas, orientándolas por el amor a la paz y la libertad. Olvidan que sus riquezas conseguidas un día con la corrupción desaparecerán como lo indica la naturaleza, porque nadie se lleva nada cuando se muere.