Se cumple un año de la invasión rusa de Ucrania y cabe preguntar si es la antesala de una nueva guerra mundial, más devastadora de lo que fueron la Primera y la Segunda e infinitamente menos devastadora que la Guerra fría, relativamente incruenta si se compara con las anteriores. Para responder a la pregunta cabe hacer en primer lugar una comparación entre la actual guerra de Ucrania y la guerra civil española, permitida por el hecho de que ambas han ocurrido en Europa por lo que se les ha concedido una importancia que no tuvieron conflictos previos, librados en otros escenarios geopolíticos. La guerra española fue precedida como se sabe por la invasión de China por Japón y de Etiopía por Italia, mientras que la de Ucrania ha sido precedida por las invasiones de Afganistán, Iraq, Libia y Siria por los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, pero sin que ninguna de ellas haya tenido las importantes repercusiones políticas y militares y propagandísticas que tuvo la guerra civil española y desde luego las extraordinarias que está teniendo la guerra de Ucrania.
Además, la participación de las potencias en ambas ha sido igualmente distinta. En la guerra española intervinieron abiertamente Alemania, Italia y la Unión Soviética, aunque cada una por motivos diferentes. Y mantuvieron una posición neutral, aunque de hecho hostil a la república española, Francia, la Gran Bretaña y los Estados Unidos. En la guerra de Ucrania, en cambio, Alemania, Francia, Italia y el resto de los países de la Unión Europea se han alineado con los Estados Unidos en contra de Rusia. Japón mantiene hasta la fecha una neutralidad benevolente con los Estados Unidos, mientras que la neutralidad de India - nuevo participante en el gran juego- al igual que la de China es benevolente con Rusia.
Otro punto en el que caben las comparaciones entre ambos conflictos es en que ambos han puesto en juego o en tela de juicio el orden político internacional existente. Que se transformó en guerra mundial abierta cuando, poco después del final de la guerra civil española, Alemania invadió a Polonia motivando que Francia y la Gran Bretaña le declaran la guerra. Dicha invasión -sumada al desmembramiento de Checoeslovaquia– representaba una ruptura del orden internacional de tal magnitud que las dos potencias occidentales habían definido en su propio beneficio en Versalles y del que eran garantes, no tuvieron más remedio que declarar la guerra. Alemania estaba por el contrario decidido a romperlo como fuera para imponer un nuevo reparto del mundo que diera plena satisfacción a sus ambiciones imperiales. E igual querían Italia y Japón que, terminaron librando la guerra al lado de Alemania.
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En la guerra de Ucrania está en juego el orden político internacional, aunque con diferencias notables con respecto a lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial
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En la guerra de Ucrania también está en juego el orden político internacional, aunque con diferencias notables con respecto a lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial. La primera es el papel que está desempeñando el hegemón, el beneficiario y garante del mismo: los Estados Unidos de América. En el origen de la Segunda Guerra Mundial está, como ya dije, la voluntad de Francia y de Gran Bretaña de defender el orden existente y la de Alemania, Italia y Japón de romperlo. Por esta razón los ejércitos del Eje estuvieron siempre a la ofensiva mientras que los ejércitos aliados estuvieron a la defensiva hasta cuando la derrota estratégica de los alemanes en Stalingrado les decidió o les permitió pasar a la ofensiva.
Una mirada superficial de la guerra de Ucrania constata que en la misma el papel de agresor corresponde a Rusia, tanto por la ocupación y anexión de Crimea como por la invasión del este de Ucrania desencadenada en febrero del año pasado. Pero si en cambio se toman en cuenta la ininterrumpida expansión de la OTAN hacia las fronteras rusas, la decidida y decisiva intervención de Washington en el golpe de Estado que en 2014 derrocó al presidente de Ucrania y puso en su lugar un gobierno adicto y el objetivo nunca desmentido de promover un cambio de régimen del mismo cariz en Rusia, el resultado es que Estados Unidos y Rusia intercambian sus papeles. Estados Unidos está a la ofensiva y Rusia a la defensiva. Rusia pretende conservar su puesto de gran potencia en el orden mundial existente, mientras que Estados Unidos está a la ofensiva, decidido a quitarle a Rusia dicho estatus, convirtiéndola en el mejor de los casos en una potencia europea subalterna como lo son de hecho Alemania, la Gran Bretaña e incluso la díscola Francia. Rusia rompe la legalidad internacional en respuesta a la estrategia de cerco y aniquilamiento de los Estados Unidos y estos la defienden ahora a ultranza para así de asegurar e incluso potenciar su primacía mundial, su actual derecho a invadir o someter a asedio a países soberanos contrarios a sus intereses, sin que ello les acarree nada distinto de condenas morales.
Esta asimetría permite pronosticar que Rusia va a resistir mucho más de lo que espera Washington y a la vez temer que la inminencia de una derrota suya obligue a las potencias asiáticas a intervenir en la misma. Y al mundo a dividirse en dos bloques irreconciliables, digo si es que escapa a su completa destrucción.
