Desde 1898 inició la carrera de las armas dirigidas por control remoto en el mundo cuando el gran Nicola Tesla presentó en el Madison Square Garden de Nueva York, un pequeño bote dirigido por ondas de radio.
Durante la Primera Guerra Mundial el poder letal de los artefactos sin tripulantes, entonces en forma de lanchas cargadas con explosivos y aviones de reconocimiento guiados por radio, empezaron a generar ventajas y variantes estratégicas en los campos de batalla.
Tras la Segunda Guerra Mundial, con Vietnam, el nuevo mundo bipolar, la Unión soviética y Estados Unidos con su interminable guerra fría, fueron creando ambientes hostiles propicios como ahora pasa, con Rusia y Ucrania o Israel y Palestina, para hacer que el desarrollo de armas, tácticas y artefactos de guerra evolucionen para poder atacar, consolidar territorio, hacer el mayor daño posible y realizar operaciones de inteligencia minimizando el riesgo de pérdida o afectación de unidades.
Desde la época de guerra en Vietnam se configuró y adoptó en Colombia la guerra de guerrillas que tanto daño nos ha hecho, pero ahora desde Ucrania y gracias a la incursión rusa, ha llegado el uso del dron a nuestra tierra, como una nueva táctica de ataque que combinada con la guerra de guerrillas, nos aleja aún más de la paz que soñamos.
Los aparatos Aero voladores cada vez más sofisticados y versátiles, resultan ahora tan eficientes para atacar carrotanques y unidades de soldados rusos en Ucrania, como soldados colombianos en el Cauca.
Ahora que los drones de la disidencia aparecieron como una especie macondiana de “mina quiebrapatas voladora”,entraremos a una nueva fase de la guerra basada en el control del aire, la guerra de los drones. Y hay que aclararlo, el uso de esta arma no es una nueva generación de la guerra como planteaba el senador Ariel Ávila.
Esta guerra asimétrica que enfrentamos exige un mayor compromiso legislativo, pues de nada sirve que, desde las toldas políticas, las de oposición, los neutrales o los progobierno, se queden simplemente señalando el peligro que conlleva el uso de drones para hacer terrorismo.
Colombia está esperando creativas y verdaderas iniciativas legislativas, la interpretación de tipos penales modernos que ayuden a prevenir, así como la entrega de mejores capacidades militares y policiales para mantener nuestro espacio aéreo libre del terror.
Seamos sensatos, el reto que se exige al respecto a la Aerocivil, la desborda y la supera a pesar de que ella expidió la regulación para drones llamada RAC 100 y de que además decretó, cuál sería el uso permitido del dron.
Y es que más allá de publicar la actualización regulatoria y de que se exijan algunos requisitos para solicitar la licencia para volar drones en Colombia, nuestra autoridad aeronáutica no puede hacer más, pues está condenada al ostracismo por no haber roto las herencias de los gobiernos que creían que era un desperdicio, invertir en tecnología e infraestructura para los aeródromos y el espacio aéreo de la Colombia profunda, desde donde ahora nos atacan.
Por otro lado, recuerdan que se criticaba que se le cambiara el nombre a la Fuerza Aérea Colombiana por fuerza aeroespacial, pues bien, resulta que no era una excentricidad, así no creamos, así tardemos en llegar allá, solo con satélites y controlando nuestro ciberespacio es que podremos hacer algo, para saber cuándo un dron se levanta en el bajo Baudó, en Garzón Huila, en Nuquí Chocó, en el Caquetá o en el Cauca.
Quitémonos la venda de los ojos, estamos ante la pérdida de un pedazo del espacio aéreo sin capacidades para repelerlo, así como por años nos vimos sometidos a perder pedazos de territorio con las minas antipersonales o “minas quiebrapatas”, que al igual que los drones de la disidencia, eran adaptaciones rudimentarias armadas con explosivos hechizos e hilos de carga, repletos de odio y maldad.
La ventaja que desde el Plan Colombia tuvimos en la lucha contra la insurgencia fue precisamente el poder aéreo, que llegó hasta en la bolsa de Nueva York, donde retumbaron los sonidos de cada operación exitosa que permitían hacer creer que pronto se exterminaría a la guerrilla. Cada golpe asestado a los cabecillas en aquellas épocas, más la respectiva propaganda internacional, generó confianza en la inversión y bajó los precios de los seguros internacionales para Colombia, los Credit default Swaps.
Ya está demostrado que no es un gasto inocuo tener el control del espacio aéreo y del ciberespacio.
Ojalá dejemos de ser anacrónicos y entandamos que sí requerimos de una fuerza aeroespacial, con mayores capacidades y presupuesto, ya está demostrado que no es un gasto inocuo tener el control del espacio aéreo y del ciberespacio. Es una inversión que nos permite con satélites y tecnología, generar de forma duradera, la seguridad, confianza y la mejor calificación financiera internacional, ya que el sonido de los bombardeos a campamentos guerrilleros no logró perdurar hasta nuestros tiempos.
Tal vez la mejor capacidad para nuestras Fuerzas Armadas y la mejor inversión social, nos acerqué y garantice la paz, ese fue el recordatorio que nos dejó el profético y poderoso sonido del avión K - fir que sobrevoló mientras el excomandante guerrillero alias Timochenko, pronunciaba su discurso de reconciliación en Cartagena, cuando se firmó otro acuerdo más que busca la paz.
@HombreJurista