La Guajira y las elecciones: el curioso caso de los votos fiados

La Guajira y las elecciones: el curioso caso de los votos fiados

Ahí están las causas de los problemas de La Guajira. Los que llegan van desaforados a recuperar la cuantiosa inversión sin importarle la suerte de las comunidades

Por: Martín López González
noviembre 14, 2023
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La Guajira y las elecciones: el curioso caso de los votos fiados

La política a menudo puede convertirse en un escenario donde la realidad supera la ficción. Y a veces parece que estamos viviendo en un mundo donde el realismo mágico no se limita a las páginas de un libro, sino que se manifiesta en la vida cotidiana de manera inusitada. Tal es el caso del señor del Barrio Arriba, cuyo reciente triunfo en las elecciones para el Consejo Distrital de Riohacha ha suscitado un giro en la trama que nos recuerda los relatos de Gabo.

El personaje de marras se convirtió en uno de los ganadores, pero la sorpresa llegó después de las elecciones. En una secuencia que parece sacada de un cuento de realismo mágico, el político fue visitado por alrededor de 50 personas que llegaron a cobrarle votos que aparentemente le habían fiado.

Este episodio inusual no solo destaca la complejidad de las dinámicas electorales en ciertas regiones, sino que también nos invita a reflexionar sobre la delgada línea que separa la realidad de la ficción en la política. El líder de los cobradores tenía en sus manos las certificaciones de los votantes como pruebas irrefutables de que los presentes habían votado.

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Este peculiar episodio parece desafiar las convenciones políticas y nos lleva a preguntarnos cuántas otras historias similares existen en el vasto mundo de la política local. La mezcla de elementos realistas y mágicos en esta narrativa política refleja la astucia y la creatividad que a veces pueden emerger de situaciones inusuales.

En medio de este tipo de mercado, que en esta oportunidad el gobierno central había puesto hasta recompensas que llevaran a la captura de los infractores, nunca habíamos escuchado lo de fiar este “producto” o más bien servicio.

El realismo mágico, un término originado en la literatura, se utiliza para describir una fusión de lo cotidiano con lo fantástico. Aquí lo vemos manifestarse en la vida política de Riohacha que parece jugar un papel destacado en la creación de una historia sorprendente.

Las caras en las escenas que se viralizaron en redes sociales recuerdan a las que pusieron un mecánico y la prostituta de un pueblo macondiano, delante de todo mundo, cuando esta fue a cobrarle un polvo que se consumó, pero no había sido pagado.

Es bueno resaltar y es coherente con los hechos que a los cobradores les tocó saltar charcos de aguas residuales, pues los alrededores del sitio están inundados por rebose de alcantarillas; es decir, el olor a fecal contamina toda la zona.

La compraventa de votos es un símbolo de putrefacción, genera en nosotros mismos una sensación de olor a podrido, de que algo no funciona bien. ¿Qué será más apestoso, el olor del sector o el de la conversación de los cobradores de los votos fiados?

Lo acontecido desnuda la realidad política de Colombia, y en especial, de La Guajira. También es evidente en esa desprevenida visita y charla privada, ahora pública gracias a las redes sociales, la ley de la oferta y la demanda que rige todo mercado, aun el de votos.

Y aclara cómo se llega a esas instancias de poder recorriendo un camino entramado de mucho dinero y corrupción. ¿Será que las aguas residuales en el sector son una muestra fehaciente de la forma como los políticos triunfan en los procesos electorales en Riohacha?

Con seguridad este habilidoso personaje ofreció mejores condiciones de pago que otras campañas que trataban de conseguir la misma mercancía y no sé cómo los convenció, pues esos negocios son del tipo “cash on delivery”.

Un principio básico es que, al aumentar la demanda, con una oferta fija de votantes, los precios suben. En el hipotético caso que otras campañas hubiesen entrado en el mercado cautivo de votos, ofreciendo pagos mayores, las campañas se hubiesen encarecido. Del caso se puede colegir que los votantes vendedores eran clientes fijos de ese comprador y él siempre les había pagado. Por eso confiaron en él.

Así esa es la patética realidad de nuestra Guajira. Esa misma cotización del mercado de votos sirve para los grandes negociados a nivel nacional, donde ya lo hace el alcalde, gobernador, representante a la cámara o senador. ¿Es esto una democracia? Muchos guajiros que siempre han visto ese comportamiento lo ven como normal. Pero precisamente, ahí están las causas de todos los problemas de La Guajira. Los que llegan van desaforados a recuperar la cuantiosa inversión sin importarle la suerte de las comunidades.

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