Si se analiza de forma literaria la expresión "los problemas del departamento de La Guajira" caemos en una redundancia. Y no estoy en un error al utilizar esta palabra, ya que redundancia significa “repetición o uso excesivo de una palabra o concepto”. La expresión encaja dentro del significado de la palabra debido a que el departamento de La Guajira se ha vuelto un problema que crece sin control.
El territorio más al norte de Colombia sufre de todos los problemas que el lector se pueda imaginar: desigualdad, pobreza, desempleo, falta de oportunidades, en fin. Es de no creer que esta situación se presente en un departamento que no hace menos de 30 años se vislumbraba como uno de los territorios con mayor potencial de crecimiento industrial del país. Por ende se requiere con urgencia una reflexión de parte de toda la sociedad sobre cuáles fueron los factores que nos tienen donde hoy estamos y qué haremos para salir de esta horrible noche.
Hoy en el departamento se sigue presentado el peor de los delitos de la raza humana, la muerte. La Guajira es un territorio que administrativamente tiene intervenidos los recursos de salud y educación. Estos son manejados directamente por el gobierno nacional y aún así se sigue viendo cómo mueren personas por física hambre o por enfermedades relacionadas con la desnutrición
Lo peor de esto es que el Estado de Colombia tiene completamente identificado cuáles son los problemas que le atañen a nuestro territorio, así como también sabe cuáles son los puntos que se deben atender con urgencia y los recursos que se deben aplicar. El gobierno de Juan Manuel Santos Calderón, 4 días antes de acabar su mandato, firmó el Conpes 3944 Estrategia para el desarrollo integral del departamento de La Guajira y sus pueblos indígenas. En este documento, además de diagnosticar y sobrediagnosticar todos los problemas de este territorio, se estimaron inversiones por 1.77 billones de pesos.
Para los expertos y políticos del departamento fue un documento que se firmó sin dinero, como contentillo de pocos. Lo cierto es que un gobierno identificó cuáles eran nuestras necesidades y le corresponde al Estado de Colombia darle cumplimiento. Estas son situaciones que no parecen importarle a nadie, nadie habla, nadie reclama, nadie ha dicho nada. Hoy en las voces que se escuchan de los candidatos no se escucha una sola palabra alrededor de este documento que está colgado en la página web del Departamento Nacional de Planeación como un documento muerto, sin significación alguna para la gran nación guajira.
Creo sería un buen punto de partida para la reconstrucción del departamento, entre otras cosas el Conpes 3944 reconoce la importancia de la puesta en marcha de la represa del río Ranchería, la explotación adecuada de los territorios agrícolas aptos para el cultivo de alimentos, destina unos recursos importantes para la salud e infraestructura. El departamento no se puede dar el lujo de una gota más de improvisación, con personas que se dejen decir mentiras en Bogotá y nos engañen con una “mentira” tan grande como esta.
El documento está firmado, existe, no es un invento, ¿por qué nuestros representantes en este proceso electoral no le “meten el diente” a esta ordenanza? Ahí hay unos votos para las próximas elecciones, hay un capital interesante para catapultarse en la vida pública de nuestro pueblo y hasta de la región, con ese dinero se puede iniciar la reconstrucción de La Guajira y quizás puede quedar su nombre en algún hospital o calle del departamento.