Con la captura de Oneida Pinto, son cuatro los exgobernadores de La Guajira con medida de detención, tres de ellos condenados y uno más, Wilmer González, detenido por imputación de cargos, sin contar los problemas del actual alcalde de Riohacha. Esta situación, es considerada por muchos, como la mayor crisis política en la historia del Departamento. Como consecuencia, han pasado seis gobernadores en dos años y muchos inconformes se rasgan las vestiduras y culpan al gobierno central de provocar la inestabilidad política para apropiarse de los recursos energéticos. Sin desconocer que de este tipo de crisis, algunos buscan sacar provecho y tapar faltas, como podría ser la captura el día de la mujer de Oneida Pinto, el descarado intento de negar el apoyo dado por cambio radical o utilizar a La Guajira para tapar el escándalo de corrupción sin precedentes en la historia de Colombia: REFICAR. Sin embargo, esta posición tiene el peligro de hacernos desviar la mirada del mayor problema que nos aqueja, la corrupción y la mala administración.
Hay hechos irrefutables, el departamento es siempre uno de los últimos en cuanto a cobertura y prestación de servicios de salud, educación, agua potable o infraestructura. Cada uno de los exgobernantes procesados y sus antecesores, tienen muy poco para mostrar en gestión. ¿Qué se ha hecho de notable en los últimos 30 años para mostrar?, ¿Dónde están las carreteras, los hospitales, los Colegios, los escenarios deportivos, la infraestructura turística, la solución del agua en la zona rural? ¿Cuántas empresas privadas nuevas que generen empleo? Son muy pocas las obras hechas en beneficio de la población, pero en cambio, fueron miles de millones que se esfumaron como por arte de magia. En el año 2010, muchos se quejaron por la ley de regalías que efectivamente le quitó recursos a los departamentos mineros, pero ¿Qué balance dejaron los años donde se recibió dinero a raudales?. El tener a tantos exgobernantes detenidos y/o condenados, debe hacernos reflexionar acerca de nuestro actuar, algo estamos haciendo mal.
El señalamiento debe ser primero hacia nosotros, podemos empezar por cosas pequeñas, como dar el voto a conciencia sin nada a cambio. Si continuamos apoyando campañas políticas que a la gobernación, según cálculos discretos, cuestan alrededor de 20mil millones y a cualquier alcaldía, alrededor de 6mil millones, no existe la más remota posibilidad de un cambio en el inmediato futuro. De esta forma, antes de señalar como culpables a la Fiscalía o al Gobierno Nacional, que seguramente tienen su parte de responsabilidad en esta lamentable situación, asumamos como guajiros la responsabilidad histórica que nos corresponde. Consideremos esta crisis como una oportunidad de cambio, mirémosla con otra perspectiva.
El nombramiento como gobernador encargado del académico y antropólogo Weildler Guerra Curvelo es una buena señal y acertada escogencia que estamos obligados a vigilar, con veedurías ciudadanas activas y propositivas, que eviten cometer los errores del pasado. Sé que los cambios abruptos de administración generan traumatismos y algo de desesperanza, pero tenemos derecho a otra realidad, es la hora de analizar a profundidad la situación y mirar el futuro con ojos de esperanza. Somos la punta de Colombia, el lugar más septentrional de sur América, vecinos del caribe inmenso, con el mar que nos conecta con el mundo entero, nuestras posibilidades son infinitas, tenemos todo para ser grandes. Esta crisis es una oportunidad disfrazada. Que se levante La Guajira y cante al lado del inmortal Leandro Díaz "es que la naturaleza a todos nos da poder, al cardón le dio la fuerza pa’ no dejarse vencer, yo me comparo con él, tengo la misma firmeza".
