A un año y tres meses de que se termine el mandato de los gobernantes regionales ya se empiezan a barajar las listas de candidatos para las próximas elecciones regionales en Colombia. Están en juego gobernaciones, asambleas, alcaldías y concejos municipales.
Por supuesto en el departamento de La Guajira ya se empezaron a barajar muchos candidatos que ya suenan con fuerza para aspirar.
Con la llegada de esta época se debe recordar de dónde venimos para saber a dónde vamos a llegar. Del 2012 a la fecha han pasado por el Palacio de la Marina más de 7 personas ocupando el primer cargo administrativo y político del departamento, más de un gobernador por año. Por mucho que se quiera no hay administración que soporte tantos cambios, por mucho que se quiera la continuidad en la ejecución de los proyectos no se da de forma adecuada.
El sonajero político está haciendo bastante ruido en el departamento y sus municipios. Se anuncia la participación de muchos candidatos jóvenes y no tan jóvenes, con una preparación académica interesante, con experiencia laboral en lo público y privado, con reconocimiento en la nación por su desempeño. Su buen trabajo profesional y académico, en la práctica, los puede mostrar como personas con los méritos para aspirar y merecer la participación en la administración pública.
Por otro lado, han aparecido nuevamente muchos jóvenes y adultos, quienes creen que porque ayudaron al gobernante de turno en un proyecto o porque participaron en la campaña pasada y tuvieron cierta representatividad se merecen todo. No fueron ni concejales, ni diputados, nunca ha sido secretarios de despacho, no tienen ningún mérito que los haga sobresalir de los demás ciudadanos, pero se creen con el derecho de ser llamados doctores, y por ende se los dueños de los primeros cargos dentro de los gobiernos municipales y del departamento.
La Guajira y sus municipios no se pueden dar el lujo de elegir durante los próximos 4 años personas en sus más importantes cargos de representación pública y administrativa, sin la preparación académica necesaria, sin la experiencia laboral y mucho menos, sin relaciones en el gobierno departamental y/o nacional. No se puede dar el lujo, por el afán de la renovación política, de ingresar a personas que lleguen a hacer su primera experiencia laboral dentro del gobierno. Esa improvisación sin quererlo puede causar el retraso y el aprovechamiento de oportunidades, e incluso puede ser una puerta abierta a la ya conocida corrupción.
La falta de formación académica, la falta experiencia profesional y la falta de relaciones deben ser factores determinantes con los que se debe medir a una persona que aspira a cargos públicos. De hecho, estos se deben mirar con lupa para poder analizar con detalle y tomar las mejores decisiones.
Hoy lo realmente cierto es que La Guajira no aguanta un año más de improvisación. La educación, el cambio de modelo económico, la salud y el desarrollo del departamento no admiten un año más de espera. Hay que tomar decisiones ya, y la voz de todos los ciudadanos debe ser tenida en cuenta en estos procesos.