La situación que vive el departamento de La Guajira es única. Hace seis meses nadie podía predecir un momento económico y social peor que este. Hoy el desempleo tiene cifras peores a las del inicio del XX, números nunca antes vistos desde que el Dane lleva registro. Además, la pobreza monetaria y extrema, al igual que la desigualdad y la inequidad, aumentan directamente proporcional al crecimiento del desempleo. Esta es una señal de que la salud administrativa del territorio sigue marcando números en rojo.
Ya como sociedad, en el departamento veníamos de vivir la que se podría catalogar como la peor década desde que La Guajira tiene vida administrativa. Cuando se pensó que nada podría ser peor, llegó la COVID-19 y apagó todos los motores productivos de la economía. Pero cuando al fin se pensó que entramos en la senda de la recuperación, apareció el paro en la empresa más grande y representativa del departamento. Ya hoy Cerrejón completa dos meses sin funcionamiento, creando un problema de empleabilidad y de recursos financieros para los municipios del sur del departamento, que hasta ahora mostraban mejores indicadores.
Este recuento de situaciones sirve para deducir que este momento requiere de soluciones nuevas, innovadoras e impensables. Las respuestas a los problemas que tiene el departamento de La Guajira deben incluir en su conjunto a la sociedad civil, la empresa privada y todo el Estado, que, en cabeza de la gobernación, debe crear una hoja de ruta única; de lo contrario, lo que pueda pasar en unos años tendrá unos efectos catastróficos, quizás desconocidos hasta para la academia.
Cada agente económico debe jugar un papel fundamental, pero el principal debe ser el Estado, este desde el orden institucional debe planear medidas para superar la crisis. ¿Pero cuáles son esas medidas institucionales?, se preguntarán algunos. Desde mi punto de vista, creo que la respuesta es sencilla: la institucionalidad guajira debe hacer todos los esfuerzos posibles para recuperar la confianza de la sociedad y de los empresarios: que vuelvan a creer en su buen actuar y que se vuelvan a sentir representados, tanto en el nivel nacional, departamental y local.
Así mismo, el ciudadano no se debe sentir perseguido por las autoridades y tampoco debe sentir que cada peso que paga de sus impuestos se lo van a robar. La corrupción le ha hecho mucho daño a este territorio. Es hora de que la sociedad sienta que tiene representación y que hay un liderazgo capaz de transformar esta realidad.
Conjuntamente a esta actividad, la institucionalidad debe propiciar el aprovechamiento de las ventajas absolutas, comparativas y competitivas, que están ya diagnosticadas y quizás sobrediagnosticadas; aunque la desactualización de los planes de ordenamiento territorial no permitan definir indicadores para hacerles seguimiento de cumplimiento.
Sin embargo, la ventaja absoluta más representativa del departamento está definida desde el siglo pasado: la generación de energía a partir del viento, del sol y del agua. La institucionalidad debe hacer el esfuerzo máximo para garantizar que la mayor cantidad de recursos queden en manos de los guajiros y por supuesto en el bolsillo de la gobernación y las alcaldías para la inversión social.
El Estado, la sociedad y los empresarios guajiros deben juntar esfuerzos para que exista una gran empresa pública, mixta o privada, en la generación de energía en el departamento, con oficinas en los municipios de influencia de los proyectos y que demande la mano de obra local; de lo contrario, serán riquezas que se la gozarán y la bailarán otros, ya ejemplos hay muchos.
Igualmente, otras ventajas absolutas están en la agroindustria, el turismo, el comercio legal y la puesta en marcha de la represa del río Ranchería. Estas deben ser apuesta reales, que bien planeadas pueden transformar la vida de este territorio.
Fruto de esta crisis muchos municipios pueden quedar desfinanciados, por lo tanto hay que buscar la forma de generar recursos nuevos y frescos, ¿qué se puede hacer para reactivarlos? La asociatividad es la salida.
La constitución en sus principios más puros promueve la creación de distritos y áreas metropolitanas. Así pues, el trabajo conjunto entre municipios es la clave para superar la crisis. Municipios con problemas comunes pueden y deben juntar sus recursos, propuestas e ideas para solucionarlos.