El departamento de La Guajira se encuentra en un momento crítico. La elección de su próximo gobernador o gobernadora puede marcar la diferencia entre un futuro de desarrollo sostenible o la continuación de la inestabilidad y la corrupción.
Las lecciones del pasado han dejado claro que la responsabilidad de elegir líderes éticos y comprometidos es crucial para transformar la realidad de la región. Las elecciones están a la vuelta de la esquina y es nuestro deber asegurarnos de que los fondos destinados a nuestro desarrollo no terminen en los bolsillos equivocados.
La persistente corrupción en La Guajira ha tenido consecuencias devastadoras, llevando a la falta de acceso a servicios educativos, de salud y otros básicos en calidad de derechos y contribuyendo a la trágica pérdida de vidas en su primera infancia.
En un entorno donde los recursos públicos son desviados y malversados, es fundamental considerar cuidadosamente las opciones presentadas para las próximas elecciones. Lo que ha pasado no es solo culpa de los politiqueros; también es la nuestra por haberles dado el poder. Sin embargo, ¡la historia puede cambiar, y el futuro depende de nosotros!
En esta coyuntura es necesario analizar con detalle las trayectorias y las propuestas, aún desconocidas, de cada candidato. El panorama electoral incluye varios nombres, cada uno con su propia historia y posiciones. Es fundamental realizar un contraste completo para tomar una decisión informada.
Jairo Aguilar Deluque y Jimmy Boscán Torres hasta hace poco comían en el mismo plato; hoy se presentan como opciones diferentes. Sus inhabilidades y las impugnaciones en su contra plantean serias preocupaciones sobre su capacidad para liderar la región con estabilidad.
Al parecer, el primero arrastra doble inhabilidad por ser hijo de un miembro del Consejo Superior Universitario de Uniguajira y por haber fungido como gobernador y participar en acciones política dentro de un periodo de un año inhabilitante. El segundo, por doble militancia: arrancó por firmas y terminó avalado por partidos, además de tener a su esposa en un cargo departamental que requería haber renunciado con un año de antelación.
La historia de elecciones atípicas y la falta de progreso asociada a esta situación hacen que la elección de cualesquiera de ellos sea de alto riesgo.
Ambos tienen la inscripción impugnada ante el Consejo Nacional Electoral. En caso de que esta instancia no los desmonte a tiempo y logre alguno de ellos ganar las elecciones, La Guajira se quedará sin gobernador y sin estabilidad.
Vendrán elecciones atípicas y las grandes posibilidades de desarrollo y progreso se frustrarán nuevamente. Además, uno y otro representan el continuismo, son parte de los círculos de poder que tienen a La Guajira como hoy se encuentra.
Laura Andrioli, otra candidata que tiene vínculos con gobiernos cuestionados y conexiones familiares que plantean dudas sobre su capacidad para liderar con integridad. Su esposo está condenado por corrupción y su alineación con grupos corruptos y hasta hace poca socia de Boscán Torres, generan cuestionamientos sobre su enfoque en el bienestar de La Guajira. Lo que nos hace objetar sus intenciones genuinas.
Wilder Navarro Quintero, es el cuarto candidato que surge como una alternativa sólida y responsable, totalmente desmarcado de los círculos anteriores. Sin inhabilidades ni incompatibilidades, su alineación con sectores alternativos y su historial de lucha en favor de las comunidades dejan claro su compromiso con el desarrollo sostenible.
Al parecer, es un hombre transparente, nunca incurso en actos de corrupción. Avalado por Colombia Humana y el Pacto Histórico, es un aspirante que se ha mostrado con una militancia alternativa por más de treinta años, confirmando su compromiso con los intereses de nuestro pueblo. No habla de cambio, ¡él lo personifica!
Para elegir al próximo o la próxima mandataria se requiere una evaluación exhaustiva y responsable de los candidatos.
No solo de su trayectoria, sino también de las conexiones y padrinos de cada aspirante. La región no puede permitirse más períodos de inestabilidad y corrupción que solo acentúen el subdesarrollo. Pero amigos, aquí viene lo que nos debe mantener despiertos en la noche.
El presidente Petro ha declarado la emergencia social, económica y ambiental en La Guajira, trayendo consigo billonarias inversiones para nuestro desarrollo. Pero ¿qué pasa si esos fondos caen nuevamente en las garras de los mismos corruptos de siempre? ¡Esto no puede seguir así!
Esta elección tiene el poder de determinar el rumbo de la región. Aprender de la experiencia pasada es esencial para evitar repetir errores y avanzar hacia un futuro de progreso y equidad. La decisión está en manos de los ciudadanos, quienes tienen la responsabilidad de elegir líderes íntegros y comprometidos con el bienestar de todos.
La Guajira merece un destino diferente, un futuro sin sombras de corrupción. Está en cada uno de nosotros marcar la diferencia. No permitamos que nuestra tierra siga siendo víctima de intereses oscuros. ¡Unámonos, guajiros y elijamos con sabiduría y coraje! Es momento de luchar por un mañana en el que las inversiones lleguen a quienes realmente importan: ¡nosotros, el pueblo de La Guajira!