Para nadie es un secreto que ya el conflicto interno de Venezuela se internacionalizó y se hizo expansivo en el hemisferio: pasó de Venezuela a Colombia y tal vez siga a Brasil. Sin embargo, las preguntas son: ¿por qué?, ¿quiénes son los responsables de ello?, ¿a quién beneficia más?, ¿qué consecuencias va a tener?
Primero que todo, el conflicto y la crisis venezolana se hizo extensiva más allá de su frontera, lo cual se demuestra de varias formas: el ejército de hombres que defiende a Maduro ya es colombo-venezolano, los presidentes de la región ya están involucrados en esa crisis (llámense Duque o Bolsonaro) y la economía colombiana y ecuatoriana ya ha sufrido consecuencias.
¿A qué se debe que se haya internacionalizado? Dentro de varios factores, es innegable que el papel de los EE. UU. es importantísimo para que se hubiera expandido, ya sea que lo hubiera hecho intencionalmente o sin intención: resulta que Trump adoptó a Duque como aliado para enfrentar a Maduro. Con ayuda económica y presiones le hizo intervenir directamente en la búsqueda de una solución más pronta que razonable o respetuosa del derecho a la autodeterminación que tiene Venezuela. Sabemos que en cada tres apariciones en público, Duque ha hecho una declaración referente al vecino país. De hecho, algunos ciudadanos dicen con frecuencia que “Colombia con tantos problemas y él más preocupado por lo que acontece allí”.
En fin, la intención pública de Trump, primero de apoyar una invasión y luego de tumbar su economía, ha sido el ahogamiento de la sostenibilidad de la economía, lo mismo que le ha aplicado a Cuba durante 40 años. Esto ha hecho que millones de venezolanos migren hacia Colombia y el cono sur. El Congreso de EE. UU. ha tenido que sacar recursos especiales para “subsanar” el problema que esto ha producido en nuestra economía, pero por supuesto solo se tratan de paños de agua. Ahora la guerrilla del ELN y la disidencia de las Farc se encuentran en Venezuela como un ejército a la disposición del régimen de izquierda. Esto significa que la arremetida derechista de los gobiernos del hemisferio junto con el imperio han logrado un efecto contrario a lo que Trump quería: el régimen, en lugar de debilitarse, se ha fortalecido al ampliar su base de apoyo.
Además, le ha dado a la guerrilla una nueva bandera, una nueva razón de ser. Ahora se unen como vemos Farc y Eln en una causa “bolivariana” de liberación, pues al fin de cuentas siempre han considerado que América Latina tiene los mismos problemas y que sin importar dónde se nace lo que interesa es en dónde se lucha. Tengo la impresión de que Márquez y casi todo el ELN siente que están pasando por una nueva causa revolucionaria. Mientras tanto EE. UU. no solo ha perdido legitimación a la idea de una invasión militar, sino que si lo hace necesitaría una razón más grande que la que requería inicialmente y se ganaría el rechazo de la comunidad internacional (sin contar con el apoyo que China, Rusia y Corea le darían a la causa madurista). También las opciones de sentar a Maduro en una mesa de diálogo con la oposición se alejarían más a medida de que él se sienta militarmente más respaldado.
Yo creo que la actitud de EE. UU. y de los gobiernos derechistas de la región ha producido un efecto contrario. En lugar de haber facilitado la solución al problema venezolano, lo han agravado. Obviamente la guerra económica y el embargo han sido suficientes para causar una estampida de los ciudadanos del vecino país y producir un efecto de rey sin súbditos (que fue lo que inicialmente buscó Trump). Sin embargo, el efecto no ha sido el esperado: aunque cerca de cuatro millones de venezolanos se han ido, otros tantos millones se niegan a abandonar su apoyo a ese gobierno y a dejar de participar de las milicias bolivarianas.
Tan apoyado se siente Maduro que levantó la mesa de diálogo que sostenía con Guaidó. De torpeza en torpeza, dirigidos por Trump, los políticos de los gobiernos de la región tendrían una oportunidad histórica si bajo un criterio de autonomía cambiaran la actitud y fueran por una solución necesaria para América latina y no para EE. UU.
