Juan José y Valeria Ramírez crecieron escuchando las sangrientas hazañas de su papá: Juan Carlos Ramírez Abadía, alias Chupeta. Y le heredaron su ambición. Sus compañeros de ingeniería industrial en la Universidad Javeriana de Cali le escucharon siempre decir que si a los 30 años no tenía el millón de dólares en el banco, se pegaba un tiro. Y cumplió la promesa.
Con 21 años, en 1989, tuvo una idea que sacudió el negocio del narcotráfico en Latinoamérica: entró en contactó con un par de duros mexicanos: un ex policía de nombre Miguel Ángel Félix Gallardo y a su chofer Joaquin Lopera, conocido desde entonces como el Chapo. Gallardo tenía grandes cultivos de marihuana en medio del desierto y de aquella alianza nació nada menos que el Cartel de Sinaloa. Sellaron pronto el trato: 40% de las ganancias para los mexicanos que aportaron con su emporio de marihuana y 60% para el colombiano que les enseñó lo que sabía: traficar con coca. En 1991 Lopera cayó preso y el Chapo ocupó su lugar.
Un negocio redondo: entre 1990 y 1996 el Cartel de Sinaloa exportó 400 mil toneladas a Estados Unidos gracias a la audacia del Chapo. Ya no tenía solo su sobrenombre inicial sino que lo llamaba El Rápido. Chupeta era el cerebro para recoger los kilos de coca que el Rápido colocaba en el mercado norteamericano. Invencibles durante la década de los noventa.
A los 33 años Chupeta ya amasaba una fortuna de USD 20 millones. Tenía criaderos de caballos, los laboratorios de medicamentos Disdrogas Ltda, constructoras, empresas de turismo, inmobiliarias, edificios, lugaresd de veraneo e innumerables apartamentos en la Costa Atlántica, Cali y Bogotá. Sus papás, Omar Ramírez Ponce y Carmen Alicia Abadía Bastidas eran sus testaferros. Fue detenido y pagó dos años de cárcel y vivió tranquilo en Cali hasta el 2004 cuando entró en la clandestinidad.
Cuando fue detenido en Brasil, sus hijos Juan José, Sebastian, y Manuela, tenían apenas trece años. Estudiaban en el colegio Liceo Francés de Cali e intentaban pasar desapercibidos. Pero poco duró esa pretensión porque el dinero acumulado los desbocó. Ahora con más de 25 años no resisten la ostentación y sus lujos lo despliegan en las redes sociales. En sus instagram los hijos de Chupeta, exhiben sin tapujo relojes suizos personalizado revestido de diamantes, champaña Don Perignon y las rumbas.
Se cree que nada más en estas fotos, y según la información que reposaba en redes sociales, podía estar avaluado, nada más en joyas, en 4.000 millones de pesos.
Esta foto desafiante de uno de los hijos de Chupeta es una muestra de su ostentación con un reloj con diamantes incrustados:
O este imperio de mal gusto y llaves de autos de alta gama y correas Dolce Gabanna
Y en sus redes empezaron a aparecer los famosos entre los que se contaban J Balvin, reggetoneros como Arcangel o estrellas de la música de la talla de Maluma. En las rumbas en diversos bares caleños los famosos le hacían fila para sentarse en sus mesas, incluso aparecen en varias de estas fotos hijos de congresista divirtiéndose a full con los hermanos Ramírez
Lo extraño de todo esto es que la ley de extinción de dominio sobre Chupeta y sus bienes empezó a efectuarse en el 2015 y estas fotos son posteriores a esta fecha. Incluso existe una lista de propiedades que pertenecerían al clan familiar de Chupeta y son las que usufructúan los hijos del capo, uno de los más creativos y buen negociante que han logrado sobrevivir.