El caso de Álvaro Uribe Vélez ha atizado en Colombia una ya existente polarización política, que ha arrastrado a la sociedad colombiana en un espiral de odios y afectos que necesariamente afectan la convivencia ciudadana.
Las redes sociales han sido el escenario perfecto para que defensores y detractores desde las dos orillas, izquierda y derecha, se enfrenten apelando a toda una serie de epítetos, con el ánimo de destrozar los argumentos del otro, sin importar si son reales o no.
Hay algo que las sociedades de hoy no pueden permitirse, y es ese juego macabro utilizado por individuos que exacerban la emoción, pero anulan la razón, en procura de esconder bajo la alfombra actuaciones o hechos graves que han transgredido la ley.
Es necesario hacer un alto en el camino en medio de este remolino de virtuosos y pecadores, porque la gran sacrificada en estas condiciones es la verdad, la cual ha sido manoseada por quienes han detentado el poder por años conforme a sus intereses, inclusive en detrimento de víctimas inocentes.
Por un lado, debemos como sociedad aprender que nadie, absolutamente nadie, está por encima de la ley, ya que todos nos debemos al cumplimiento del ordenamiento jurídico del Estado social de derecho del cual hacemos parte. Por el otro, debemos erradicar esa creencia de mentes obtusas de que la ley se hizo para incumplirla.
Lo mejor que podemos hacer como ciudadanos responsables y comprometidos con nuestro país es mantenernos informados a través de medios de alta confiabilidad, utilizar varias fuentes y comparar la información, para luego llegar a un análisis crítico, lejos de los apasionamientos.
Endiosar políticos no es la mejor forma de salir de esta lucha incesante de ideologías políticas, que bastante daño le han hecho al país. Un político es una persona como usted y como yo, que tiene virtudes y defectos, que inclusive está tentada por el ejercicio del poder, que le aseguro es el verdadero medidor de la esencia del hombre.
Ahora, no crea que le estoy diciendo que hay que permitirle al político que cometa "errores", por el contrario, son a ellos a quienes menos le debemos permitir equivocaciones, máxime porque fueron ellos quienes creyeron en sus capacidades, y lo más importante llevan sobre sus hombros la vida de millones.
Mientras sigamos como borregos detrás de las faldas de lo que diga el político afecto a nuestras creencias, y tomemos por cierto todo lo que nos diga, sin reservarnos el beneficio de la duda, estaremos siempre condenados a este desenfreno de emociones absurdas que en nada nos beneficia.
Recuerde algo, linchar públicamente a alguien por su verdad ideológica no le hace mejor ciudadano, ni tampoco le acerca a la verdad. Debemos exigir a toda costa que se conozca la realidad de los hechos en todos los asuntos que han tenido trascendencia nacional, por encima de los afectos, y como única forma para que caigan las máscaras en esta fiesta de disfraces.