“Pero, ¿qué era lo que precía desvanecerse y transformarse?", se pregunta George Orwell en su novela Rebelión en la Granja, a propósito de las nuevas condiciones en que los cerdos asumieron el poder de la “Granja Animal”.
En la pasada sesión de la Cámara de Representantes en donde se debatía y votaba el proyecto de ley que busca abolir las corridas de toro en Colombia; la pregunta de Orwell era más que evidente en la cara de los animalistas que apoyaban, ubicados desde los pasillos de la cámara y despacho del representante Juan Carlos Lozada la aprobación de la ley anti taurina.
Una causa que por años se ha venido trabajando, luchando, resistiendo, pensando y sintiendo. ¿Qué era lo que parecía desvanecerse y transformarse?, y es que las estrategias dilatorias de las que hacen uso los políticos del Congreso, así pertenezcan a una misma causa o granja, como es el caso de la declarada animalista senadora Andrea Padilla, que priorizando sus propuestas sobre la esterilización de perros y gatos, parece dilatar, desvanecer y transformar la discusión prioritaria sobre la ley antitaurina, que a todos los animalistas convoca.
Entrando más en comunión con Rebelión en la Granja, repasemos los siete mandamientos con los que fijaron en Granja Animal su propia Constitución.
- Todo lo que camina sobre dos pies es un enemigo.
- Todo lo que camina sobre cuatro patas, o tenga alas, es un amigo.
- Ningún animal usará ropa.
- Ningún animal dormirá en una cama.
- Ningún animal deberá alcohol.
- Ningún animal matará a otro animal.
- Todos los animales son iguales.
Dichos mandamientos, a medida que avanza la trama de la novela de Orwell, van siendo modificados por los cerdos de acuerdo a sus necesidades e intereses particulares. El primer cambio o modificación de la norma es sobre el mandamiento número 6, que dice: Ningún animal matará a otro animal, con el agregado “sin motivo,” quedando así:
6. Ningún animal matará a otro animal sin motivo.
Dicho cambio para legalizar una ejecución, con el objetivo de no afectar el desarrollo de la granja que en razones de los cerdos, estaba en peligro. Nadie discutía ni mucho menos se oponía a las modificaciones de los mandamientos.
En líneas paralelas, las prácticas de amañar, acomodar, modificar y dilatar procesos legislativos a intereses personales o de bancadas, que en poco o nada enriquecen el debate, por el contrario, lo desmeritan.
La senadora Padilla haciendo uso de su poder parlamentario, tuerce la línea por la que venía la aprobación de la ley anti taurina, esgrimiendo en el debate sus proyectos, que si bien están en la agenda animalista, darían una estocada a los tiempos requeridos para la aprobación de la ley antitaurina, que por cronograma podría ser engavetada.
Vayamos a saber, sin motivo o con motivos. Anota Orwell “Ninguno de los animales lograba entender lo que significaba eso, excepto el viejo burro Benjamín, que movía el hocico con aire enterado, aparentando comprender, pero sin decir nada”.