Es muy fácil presumir con palabras lo que no se demuestra con hechos. Muestra de ello es la gran incongruencia ambiental de los supermercados de cadena como Jumbo-Cencosud, Grupo Éxito (que incluye, entre otras, las marcas Carulla y Surtimax), Olímpica o Ara, por mencionar algunos.
El impuesto a las bolsas plásticas fijado por el Gobierno (que sigue siendo muy negligente en materia ambiental y de reciclaje de residuos) sólo ha desincentivado su uso final en las cajas de pago (y estimulando el empleo de bolsas reutilizables para llevar el mercado, algo positivo), pero esta medida se quedó corta al no tocar las bolsas de las secciones de frutas y verduras o las de empaque de domicilios.
Irónicamente, hay gente tan irresponsable en el uso de bolsas desechables que ante el impuesto a las bolsas finales ahora coge por montones las de frutas y verduras.
La sostenibilidad, recordemos, tiene tres pilares básicos: económico, social y ambiental. Y aunque la mayoría de los almacenes tienen políticas expresas en la materia, en los hechos esta promesa de valor se cumple a medias. Ni siquiera sus propios empleados son plenamente conscientes de lo que la sostenibilidad ambiental significa, para que a su vez fomenten un consumo responsable entre los clientes.
Miremos. En la política medioambiental de Jumbo-Cencosud (institucional/comunidad), se lee: “La promoción del uso racional de bolsas plásticas busca sensibilizar a los clientes sobre la capacidad de carga de las bolsas de compra y sobre el hecho de que muchos productos no necesitan ser empacados, incentivando también su reutilización y reciclaje”, pero en las secciones de frutas y verduras de sus almacenes no hay letreros que desestimulen su uso.
Lo mismo ocurre con la política de sostenibilidad ambiental de Grupo Éxito: “Trabajamos para mitigar y compensar el impacto de nuestra operación en el medio ambiente y contribuir a la generación de conciencia ambiental entre nuestros públicos de interés, con la promoción del uso racional de bolsas plásticas, programas de eficiencia energética, manejo de residuos y reciclaje y posconsumos”. Incluso se buscó una respuesta al respecto por medio de su oficina de prensa, pero nunca respondieron.
En su informe de sostenibilidad 2017, el grupo presume haber reducido en 41% el uso de bolsas plásticas “gracias a estrategias internas y el compromiso de los clientes”, pero si uno contabiliza cuántas bolsas plásticas transparentes aún se utilizan en las secciones de frutas y verduras, la cifra alcanza los millones de bolsas al año.
Tan poco conscientes son los almacenes de cuántas bolsas plásticas transparentes utilizan al año, que los rollos de estas bolsas ni si quiera se compran por número, sino por kilos.
En un almacén grande, en un domingo cualquiera, uno puede ver a los clientes llevar unas 20 bolsas plásticas en un pequeño lapso de cinco minutos. Sume todos los días de la semana (unos días se llevarán más y otros menos) para todos los supermercados que hay en Colombia y realmente la cifra de bolsas transparentes es monstruosa. Y dadas las bajas tasas de reciclaje en el país, o que muchas de esas bolsas terminan en el mar, no sorprende que algunas manchas de desechos en el Pacífico alcancen los billones de residuos.
En la página de internet de Tiendas Ara, como parte de su “compromiso” para dar alegría a sus clientes, se limitan a poner simplemente “Respetamos el medio ambiente”, pero en sus secciones de frutas y verduras tampoco hay letreros que desincentivan el uso de bolsas plásticas.
Y en la página de internet de Olímpica, sus valores de marca (economía, cercanía, familiaridad y servicio) ni siquiera incluyen el rubro ambiental.
Es urgente que los supermercados adopten medidas para desincentivar el uso de todo tipo de bolsas plásticas, tanto en las secciones de frutas y verduras como las de domicilios. Una sencilla solución sería poner en cada dispensador de bolsas o cada caja un letrero que diga: “Por el planeta, use las menos bolsas posibles”.
Estas cadenas no han implementado medidas más enérgicas para desincentivar el uso de bolsas plásticas por puro desconocimiento de lo que la sostenibilidad ambiental realmente significa, pero seguramente también por el temor a “incomodar” a algunos de sus clientes, más concretamente, a los más irresponsables con el planeta, pues quienes son más conscientes ya casi no llevan bolsas.
Ante la negligencia de las autoridades mismas, se hace tarde para que los supermercados que aspiran a modelos de negocio de verdad sostenibles adopten medidas por iniciativa propia que contribuyan a educar a sus clientes y a tener un mejor planeta, al que hemos llenado de basura.
