La gran falacia que se esconde tras la frase "nosotros los buenos somos más"

La gran falacia que se esconde tras la frase "nosotros los buenos somos más"

"¿Cuál es el tribunal ético dentro de la sociedad que dictamina esta escala de valores, evalúa las conductas, determina los juicios, los clasifica y los mide?"

Por: German Peña Cordoba
julio 04, 2019
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La gran falacia que se esconde tras la frase

Con mucha frecuencia, dentro de esta sociedad deliberadamente dividida y polarizada, se escucha decir la siguiente expresión: "Es que nosotros los buenos somos más". Significa esto que la sociedad en la que vivimos es víctima de una minoría dañina y que existe una mayoría silenciosa que no reacciona y es lacerada por las acciones de esta minoría. Pero, por otro lado, la expresión es una especie de "usted no sabe quién soy yo", aunque la diferencia entre las dos radica en que la primera expresión apela a una falsa bondad y la segunda a la arrogancia, la petulancia y la sobrades. En el fondo son una misma cosa, metidas en un mismo saco: es una mentira que se instala en el imaginario colectivo y se apoltrona de tal manera que de tanto escucharla inconscientemente se valida.

Ahora bien, ¿cuál es el tribunal ético dentro de la sociedad que dictamina esta escala de valores, evalúa las conductas, determina los juicios, los clasifica y los mide para luego convertirlos como por arte de birlibirloque en un hecho cierto? La respuesta está en la mentira, la hipocresía y la falsedad que ruedan a cántaros en nuestra sociedad, que causan los naturales estragos en el comportamiento y la personalidad de un gran núcleo de personas. No me refiero a los tradicionales y estereotipados “malos” del cine y las novelas, cuyos antagonistas “buenos” nos enamoraron y nos embelesaron. Tampoco me refiero a los conquistadores españoles “buenos” que llegaron a nuestra América en “el encuentro entre dos mundos”, como lo llamaba el escritor e historiador Germán Arciniegas, y no descubrimiento de América como lo conocemos. Aquí llegaron los héroes que arrasaron e incendiaron toda una cultura prehispánica, que cometieron toda clase de vejámenes y ejecutaron el histórico genocidio en la población indígena. En agradecimiento a lo anterior, les erigieron estatuas en las más importantes plazas públicas de las ciudades capitales. ¡¡Pues claro fueron los buenos!! Lo anterior fue un injusto reconocimiento a la expoliación que hoy nutre el Producto Interno Bruto de la nación española, mientras la población indígena sufre la tradicional inequidad y los negros arrastran el trauma fundacional de la esclavitud. Pero los “buenos” fueron los conquistadores españoles y los “malos” fueron los indígenas y los negros. "Es que los buenos somos más", repiten con autosuficiencia.

A lo que puntualmente me refiero es al concepto de “buenos” que nos han inoculado la tripleta que actúa en un contubernio compuesto por los sesgados medios de comunicación, la política tradicional y la clase empresarial. Este triunvirato funciona como un relojito, actúa coordinadamente y obtiene los logros deseados con la ayuda de sus principales aliados: los pobres de Colombia, aquellos que son fácilmente manipulables y conducidos a las urnas como mansos corderitos. Aquellos que les cercenaron a punta de noticieros la natural rebeldía.

Para los autodenominados “buenos”, los doblemente victimizados de la minga indígena son los “malos” porque taponan la vía Panamericana como único recurso para ser escuchados, pero son “buenos” a los que se les cae el puente de Chirajara y los otros puentes que igualmente dejaron incomunicado el Llano. Son “buenos” los que llevan 13 años en la construcción del túnel de la línea, pero son “malos” las víctimas de la atroz conquista española. Nadie niega que ambas acciones perturban la movilidad y perjudica actividad comercial del país, pero el tribunal ético que se inventaron y que funciona a la perfección cataloga injustamente a unos como buenos y a otros como malos. Es el manejo maniqueista de las cosas. Es la doble moral con que se actúa. Es la dualidad entre el bien y el mal que se establece.

Son tan mágicos los sesgados medios de comunicación que logran hacer ver como “buenos” a todos aquellos que defraudan el Estado, atentan contra el erario público, se roban los dineros de la salud y el agua de los niños de La Guajira. Además, hacen ver como los únicos malos a aquellos que existiendo causas objetivas para rebelarse contra un régimen inequitativo y corrupto se levantaron en armas. Se instaló un frente nacional que cerró por cuatro periodos presidenciales el pluralismo político, que es causante en parte de nuestro actual desastre y hoy Andrés Pastrana pide que se restablezca pero mejorado. La locura.

A Santrich nos lo hacen ver como el único malo de Colombia. A él, que tiene derecho a la presunción de inocencia, al debido proceso y a un juicio justo, los “buenos” lo condenan por adelantado. Santrich tiene diferencias sustanciales con los otros: está enfrentando un proceso, estuvo preso más de un año y pudiendo tirarse a la clandestinidad no lo ha hecho, es por eso que hay dejar que la justicia actué en este caso. Otros en iguales circunstancias no han enfrentado la justicia y se han ido, pero son los “buenos”. Uribito se voló, Maria Del Pilar Hurtado también y ni qué decir del exfiscal Néstor Humberto Martínez. Ah, pero el único malo es Santrich.

Podríamos seguir con la terminología hipócrita y mentirosa puesto que existen otras perlas, pero para qué...

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