Como consecuencia de esta pandemia, el espíritu del arte y de los artistas en general nunca antes había sido tan lesionado, herido de muerte y sin camino para tratar de salir de la olla en que está… se encuentra en estado agónico. Es claro que como todos los sectores este también ha sido golpeado.
Históricamente, el arte y la cultura no han gozado ni siquiera en condiciones normales, de un apoyo decidido de las políticas de gobiernos, de inyección de capital, de un presupuesto digno y programas de estímulo que ofrezcan seguridad, calidad de vida digna y que hayan permanecido en el tiempo, generando confianza y sostenibilidad.
Es la empresa privada la que se ha metido la mano al bolsillo, la que por solidaridad, misión corporativa o por mostrar que apoya la cultura la que ha entregado sustento y patrocinio para el desarrollo del arte en el país. Y otros empresarios de manera espontánea y coyuntural se han unido al apoyo de eventos culturales, exposiciones, festivales, etc. Sin embargo, nada en concreto que sea una ventana de posibilidades para que el artista en todos sus niveles viva del arte y logre que su inspiración y talento tenga fuente libre de expresión y no esté expuesto a máximas angustias como las que está soportando en la actualidad.
Infortunadamente, en Colombia no hay tantos Boteros, Graus, Trianas o Fanny Mikeys. Son solamente hechos individuales los que se logran destacar en el mundo integral del arte a nivel internacional y con honores han perfilado a nuestro país ante el mundo, pero el gran porcentaje de activistas y profesionales del arte, incluyendo las agremiaciones no importa el perfil, padecen de la misma situación de emergencia, que ha explotado sin límites por causa de esta crisis de salud pública con efectos sin antecedentes en nuestra economía.
Un ejemplo claro es el Cica (Círculo Colombiano de Artistas), con 63 años de vida y que agrupa a más de 470 socios vinculados con todas las artes en el país. Este en las últimas horas ha divulgado un comunicado oficial conjuntamente con otros sectores del gremio en donde expresa un llamado urgente y un SOS por su situación.
En los apartes del documento se afirma textualmente: “Se han enviado una gran cantidad de derechos de petición, cartas, solicitudes, se han realizado charlas con los diferentes gremios de los artistas y trabajadores, y los resultados han sido mínimos: unos pocos mercados y unos cuantos auxilios de $ 160.000 mensuales. El gobierno sigue como si no hubiera pasado nada, como si esta pandemia no nos obligara a pensar en una nueva manera de hacer las cosas".
Luego, se agregan dos solicitudes concretas:
1. Que las secretarías de cultura y el Ministerio de Cultura nos admitan presentar propuestas para realizar acciones artísticas y culturales de acuerdo con las circunstancias actuales, y como contraprestación nos den recursos para suplir nuestras necesidades básicas y realizar nuestro trabajo.
2. Que para destinar los recursos necesarios, los gobiernos reorienten aquellos que no son vitales o que se pueden recortar de otros programas, como por ejemplo los de infraestructura.
En ese orden de ideas, el Cica está promoviendo una tutelatón para declarar la emergencia cultural en Colombia, reivindicar el derecho al trabajo, acceder a auxilios reales y seguridad social. El gremio ha denunciado que, tras más de cien días de confinamiento, salas de teatro, músicos, titiriteros y el gremio en general atraviesa el peor de los mundos. Algunos de ellos viven la historia más dramática, les han cortado en sus viviendas los servicios públicos.
Los artistas en nuestro país están viviendo la peor función de sus vidas… la obra del olvido, un papel de reparto en el exterminio y la ruina como desarrollo de una historia que aún no acaba.