Son 18 los jugadores que son convocados semana tras semana a disputar los partidos de la Liga Águila con el Atlético Bucaramanga. En su mayoría son jugadores profesionales, con amplia trayectoria dentro del Fútbol Profesional Colombiano. Incluso, algunos de ellos con experiencia en el exterior. Otros vienen de divisiones inferiores e iniciaron su camino en equipos pequeños del país o en el mismo Atlético Bucaramanga. Es absolutamente entendible que el rendimiento de jugadores de las divisiones inferiores no sea el esperado ya que vienen en proceso de formación y hasta ahora están empezando su camino y su carrera profesional.
Lo que no es entendible, incluso reprochable, es que jugadores con tanta experiencia como Jhon Pérez, Gabriel “el gavilán” Gómez, Rafael Robayo, Sergio “el tiburón” Romero y Alejandro Bernal, lleguen al equipo a recibir unas condiciones salariales bastante atractivas. De hecho, son sueldos que no tiene ni el 1% de la población colombiana y su rendimiento es tan bajo como el que se ha presenciado el I y el II semestre de la Liga Águila.
¿No entrenan? ¿No hay un objetivo claro dentro de la institución? ¿Apuestan en su propia contra? ¿Toman trago? ¿Salen de fiesta días previos a los compromisos? Todas esas preguntas nacen fecha tras fecha, después de los resultados obtenidos a lo largo de la temporada. Los partidos del 3 y 6 de octubre de 2019, contra Independiente Santa Fe e Independiente Medellín, respectivamente, fueron la gota que rebasó la copa.
El primero, no era un partido nada fácil para el onceno amarillo teniendo en cuenta que Santa Fe siempre ha sido un rival difícil en Bogotá y, además de eso, es un equipo que viene en ascenso en las últimas fechas de la liga. Era un partido que, aunque fuera complicado, el Atlético Bucaramanga tenía que salir a ganar, pero no. Al contrario, nos encontramos con jugadores perezosos, sin alma, displicentes, mal físicamente y pésimo nivel futbolístico.
¿Están entrenando? No sé, probablemente sí pero no con la frecuencia ni con la dedicación que este campeonato requiere. ¿Hay un objetivo claro en la institución? No sé, probablemente sí pero no es lo suficientemente ambicioso como para estar dentro de los primeros puestos de la Liga. ¿Se apuestan en contra? No sé, pareciera. ¿Toman trago? Indudablemente sí. ¿Salen de fiesta en días previos a compromisos importantes? Indudablemente sí. Sin embargo, los hinchas seguimos ahí, apoyando, no importa la cancha que sea, siempre estamos ahí. ¿Hasta cuándo tenemos que esperar para que se consolide una institución seria y con compromiso? ¿Hasta cuándo tenemos que aguantar que los jugadores no corran? No todos los partidos se ganan, eso es claro, pero los que se pierden se tienen que perder con dignidad, dejándolo todo en la cancha.
¿Hasta cuándo tenemos que aguantar que los directivos se llenen los bolsillos? Bucaramanga merece un equipo de fútbol decente y comprometido. No se piden campeonatos cada seis meses, no. Lo único que queremos y merecemos es un equipo que deje el alma y el corazón en la cancha, como lo hacen sus hinchas en las tribunas.
“SI NO PONEN HUEVOS, ¿CÓMO QUIEREN QUE GANEMOS?”