El centro es glotón, ha ido poco a poco tragándose las ideas liberales de derechas e izquierdas. Mezcla en él aquellos liberales populistas y también muchos caudillos derechistas; ha "entibiado" a la derecha y a la izquierda. Desaparece los límites y elimina los matices. Como agujero negro, engulle de forma caníbal las ideas revolucionarias y las iguala en su catálogo, bien diseñado, de las cosas peligrosas.
La glotonería del centro recoge las ambiciones de los cerca de 20 candidatos y su mayoría absoluta de hombres. Un centro patriarcal y militarista que no expresa dudas sobre la progresiva militarización de la política y que entiende, como los otros, que el ejército es su propio guardaespaldas.
El pensamiento de centro domina el discurso de todos los candidatos y garantiza la tranquilidad de un país conservador, que llegó a asustarse con las movilizaciones y que ahora ve tranquilo que ninguno de los que ganarán salió de la calle. No habrá vándalos en el futuro gobierno y seguirá habiendo miermelada, es decir, garantía de tranquilidad para muchos y de miseria para más de la mitad.
Los que no quieren entrar al centro formarán parte de él por fuera. El glotón se los incorpora sin tragárselos y poco a poco, cuidando votos, todo forma parte de ese centro insulso. Insípido, lleno de promesas imposibles que alimentan esa democracia de la que hacen parte todos. Los candidatos son una combinación exitosa de machos alfa que liderarán el Estado policial y mesías que prometen devolvernos el paraíso perdido. Un cielo que no permite herejes: la democracia emocional centrada en el miedo de todos y todas.
La glotonería llevará al poder, ayudado por todas las encuestas, medios y bodegas virtuales, como es ya costumbre en el proceso electoral colombiano a: un hombre blanco, no muy joven, tampoco muy mayor, de centroizquierda o derecha, da igual; de la región pero con una muy fuerte relación con el centro del país, es decir, con el poder. Pondrá una mujer como su dama de compañía, ojalá no feminista, prometerá la igualdad (o mejor dicho, la promesa de acabar la desigualdad), acabar con la corrupción, garantizar la libertad de expresión, educación universitaria pública gratuita, creación de empleo y unas muy inteligentes relaciones internacionales. Claro, también prometerá respetar los derechos; estos son la bandera de todos, de la misma manera que la Constitución.
