La galería Elvira Moreno ―situada en el barrio San Felipe― le hace un homenaje a Edgar Negret, el curador. El artista tenía su propia galería en el norte de Bogotá que funcionó como Galería Negret en los años noventa. Mientras vivió, trató siempre de encontrarle un sentido superior al arte. Por eso buscaba la manera de impulsar y promover artistas de todas las generaciones.
Esta exposición, en particular, es un homenaje a su mundo donde de la geometría y la abstracción fueron saliendo nombres que caminaron por el mismo camino, pero desde muchos puntos de vista. A mí me gusta el nombre que otorgó en crítico Brasileño Roberto Puntual a todos estos mundos posibles: “Geometría sensible”. Negret retomó la palabra del arte concreto del siglo XX.
Ese concepto de lo concreto lo retoma la curadora María Elvira Ardila cuando en una entrevista el artista aclara: “No soy abstracto, soy concreto. Creo que quien ha estado en lo abstracto puede hablar de todo porque está armando un vocabulario. Lo abstracto es lo que es abstraído, lo simplificado de la realidad. Son formas que equivalen a la naturaleza. Pero cuando estas formas tienen vida propia y nada tiene que ver con la tendencia figurativa, se convierten en otra cosa: son el vocabulario concreto del artista que se expresa en formas y colores. Es desde ahí de donde estoy hablando, desde la filosofía y la cosmogonía andina. Estoy hablando de temas universales. Lejanos en el tiempo pero muy cercamos a mí. Si los precolombinos no hubieran sido seres extraordinarios, nadie los recordaría”.
Tanto Negret como Ramírez Villamizar buscaron su inspiración desde la geometría americana. La que les daba el sentido de pertenencia, la que buscó la síntesis desde donde las culturas que representaron el mundo de sus vivencias con pocas explicaciones pero sí con símbolos: de lagunas sagradas, de geografías ancestrales, del mundo del cosmos o del comportamiento humano. De lo propio.
En la exposición hay una obra temprana Aparato mágico que fue el principio de su respuesta a los mapas de las ciudades, y una tardía donde ya buscaba que las formas se duplicaran en sí mismas y donde los tornillos nos recuerdan el complejo y concreto mundo de lo mecánico.
Edelmira Boller, Costurera, 2020
También se encuentra Edelmira Boller quien ha trabajado en mundo desde la chatarra para inventarse un mundo inusual donde lo mecánico tiene toda la imaginación y ninguna funcionalidad. Ella reinvierte las funciones para crear su propia historia.
Manuel Hernández, Forma desdoblada,1984
Manuel Hernández nos muestra ese mundo de formas y colores en el que busca el brillo. Su mundo es íntimo pero imponente. El trabajo de sus formas y el manejo de sus acrílicos hacen parte de un lenguaje que tiene alfabeto propio y muestra la sutileza de una vida llena de conceptos.
Carlos Rojas es otro abstracto geométrico amable. Un universo mudo y misterioso. Su pensamiento pictórico contiene en sus franjas horizontales un enorme conocimiento y el comportamiento de los colores. Todos son paisajes. La vida de la naturaleza que se preocupa por otros universos que salen de cómo se mueven las estrellas y cómo se comportan los planetas en el sistema solar.
Carlos Rojas, De la serie América, 1975
Carlos Rojas, De la serie América, 1975Son muchos los artistas que hacen parte de esta muestra. Son muchas las opciones que Negret presentó y que en este 2020 cumpliría sus cien años.
